Crisis del gas: expertos alertan sobre nuevos colapsos y señalan desidia oficial

Tras los masivos cortes de suministro de gas que afectaron a millones de usuarios durante la reciente ola polar, especialistas del sector energético advierten que el episodio no fue un hecho aislado. Lo atribuyen a una combinación de falta de inversión y una gestión imprevisible por parte del Gobierno, que expuso las debilidades de la infraestructura nacional pese a que el país goza de superávit energético.

Una crisis anunciada y recurrente

El pico de frío extremo dejó sin gas a hogares, industrias y estaciones de servicio en al menos siete provincias argentinas. Aunque la Secretaría de Energía anunció el fin de las restricciones y la normalización de las presiones en los gasoductos, la preocupación persiste entre los expertos sobre la posibilidad de que esta situación se repita. Para ellos, el clima extremo fue solo un detonante que puso en evidencia una gestión errática y descoordinada de la política energética del Gobierno nacional.

Martín Borenstein, director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (CEEPyS), fue categórico: “Seguro que puede volver a pasar si ya pasó una vez”. El especialista enfatizó que el colapso reveló una “mala gestión ante eventuales imprevistos” y una “clara falta de previsión” tanto del ENARGAS (Ente Nacional Regulador del Gas) como de las autoridades políticas.

El economista Santiago Urbiztondo, de FIEL, si bien consideró que el problema fue «operativo», advirtió que sin inversiones adicionales y una señal clara de precios para moderar la demanda, el riesgo de futuros cortes se mantiene latente. Urbiztondo explicó que, aunque Argentina produce gas en cantidad suficiente, el país carece de un sistema de transporte adecuado para manejar los picos de consumo que se generan en momentos de alta demanda, como una ola polar.

Superávit energético versus desinversión interna

La paradoja de esta crisis es que golpea en un contexto de aparente abundancia energética. En 2024, Argentina registró un superávit energético superior a los 5.600 millones de dólares, y este año se consolidaron las exportaciones de gas desde Vaca Muerta hacia Brasil y otros destinos. Sin embargo, este saldo favorable en la balanza energética no se ha traducido en la previsión ni en mejoras tangibles para los usuarios internos.

El Gobierno, que ha puesto el énfasis en la eficiencia y el orden fiscal, mostró en este reciente episodio las consecuencias directas del ajuste y la desinversión en sectores estratégicos como la infraestructura gasífera. Mientras se celebra el equilibrio de las cuentas públicas, miles de argentinos enfrentan el crudo invierno sin las garantías mínimas de un suministro de gas continuo y confiable. Los expertos son claros: el próximo frente frío podría volver a poner al sistema —y a la política energética oficialista— contra las cuerdas, exponiendo nuevamente la fragilidad de un sistema que no está preparado para la demanda real.