Trabajadores de menor ingreso pagan más impuestos en Argentina: Un análisis de la regresividad tributaria
La suspensión de la reforma de 2017 y el peso del consumo impactan desproporcionadamente a los salarios más bajos, según un estudio del IARAF.

La estructura tributaria argentina ha alcanzado un punto de regresividad tal que los trabajadores de menores ingresos soportan una carga fiscal proporcionalmente mayor que aquellos con salarios más altos. Esta paradójica situación, que contrasta con la tendencia global hacia sistemas impositivos progresivos, se profundizó tras la suspensión de la reforma tributaria de 2017, según un reciente informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). La regresividad se explica por el peso de las contribuciones patronales y el impacto desproporcionado de los impuestos al consumo en los salarios más bajos.
Radiografía de la regresividad: aportes y consumo
El estudio del IARAF revela que la regresividad del esquema tributario se cimienta en dos pilares fundamentales:
- Aportes personales: Los trabajadores con ingresos más bajos destinan un 13,7% de su salario a aportes personales, mientras que quienes perciben mayores ingresos solo contribuyen con el 6,3%. Esto genera una diferencia sustancial en la carga efectiva que cada grupo soporta.
- Impuestos al consumo: Tributos como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y otros impuestos indirectos afectan de manera más pronunciada a los salarios bajos. Esto se debe a que un porcentaje mayor de sus ingresos disponibles se destina al consumo, lo que los expone más directamente a estas cargas fiscales que, por su naturaleza, no distinguen el poder adquisitivo del consumidor.
Esta combinación de factores no solo desincentiva el empleo formal, sino que además penaliza a quienes menos ganan, evidenciando una estructura desbalanceada e ineficiente que clama por una reforma impositiva integral. Una revisión profunda del sistema se presenta como una necesidad imperiosa para avanzar hacia un esquema más progresivo, simplificado y con menos impuestos distorsivos, impulsando así el crecimiento económico y aliviando la carga sobre trabajadores y empresas.
Los casos estudiados por IARAF: Cifras que hablan
Para ilustrar la situación, el IARAF analizó cuatro escenarios de ingresos mensuales en el año 2025:
- Caso 1: $1.550.000
- Caso 2: $3.380.000 (118% más alto que el Caso 1)
- Caso 3: $4.950.000 (219% más alto que el Caso 1)
- Caso 4: $7.100.000 (360% más alto que el Caso 1)
Los resultados son contundentes:
- El Caso 1, el de menor ingreso, vio su carga tributaria total aumentar de 48,8% en 2019 a 49,3% en 2025.
- En contraste, el Caso 2 experimentó un descenso de 2,8 puntos porcentuales (p.p.) en su carga tributaria entre 2019 y 2025.
- Los Casos 3 y 4, con ingresos significativamente mayores, disfrutaron de descensos aún más pronunciados: 7,5 p.p. y 7,8 p.p. respectivamente.
Estas cifras demuestran que, en 2025, la carga tributaria fue prácticamente idéntica para los cuatro casos, transformando un esquema que en 2019 era progresivo (la carga aumentaba con el ingreso) en uno proporcional. Es decir, el impacto fiscal es casi el mismo para un trabajador que gana $1.550.000 que para uno que percibe $7.100.000, lo que acentúa la regresividad del sistema.
La suspensión de la reforma de 2017: Clave de la regresividad actual
El principal catalizador de esta regresividad reside en la suspensión de la reforma tributaria de 2017. Dicha reforma establecía una deducción de $12.000 del salario bruto para el cálculo de las contribuciones patronales, con un esquema creciente y ajustable que buscaba generar una especie de «salario no imponible». Esta medida le otorgaba un carácter progresivo a la imposición, ya que la deducción tenía un impacto relativamente mayor en salarios más bajos, disminuyendo su significatividad a medida que los ingresos aumentaban.
Sin embargo, la suspensión de esta reforma tras sus dos primeros tramos (equivalentes al 40% de la deducción total) y la eliminación de la actualización de ese importe, sumado al vertiginoso proceso inflacionario, han vuelto la suma a descontar ($7.003) completamente insignificante. Esto ha provocado que la alícuota de las contribuciones patronales regrese a ser plana para todos los niveles de ingreso, anulando cualquier atisbo de progresividad que se había logrado.
Aportes personales: Una regresividad persistente
En cuanto a los aportes personales, la estructura tributaria ha mantenido su regresividad en ambos años de análisis (2019 y 2025). La carga tributaria sobre el ingreso total disminuye a medida que aumenta el salario del individuo. Si bien en 2025 se observa una menor carga tributaria para todos los casos, la reducción fue más pronunciada en los niveles de ingresos más altos. Por ejemplo, en el caso 1, la reducción fue de 0,35 p.p., mientras que en el caso 4, la disminución fue de 2,64 p.p.
Esta situación se explica por el hecho de que el «salario tope» para los aportes personales aumentó 27,5 veces, en comparación con las 39 veces que aumentó el salario bruto analizado. Al crecer menos el tope que el sueldo, se produce una reducción de la alícuota efectiva para los ingresos que superan ese tope, lo que beneficia a los salarios más altos. Esta regresividad es un remanente del sistema de afiliación de las AFJP, donde se estableció un tope para que los empleados decidieran si deseaban aportar voluntariamente más para una mejor jubilación, lo que hoy genera un efecto regresivo en el sistema.
Conclusión
La regresividad del sistema tributario argentino, donde los trabajadores de menores ingresos soportan una carga fiscal desproporcionadamente alta, es una realidad innegable. La suspensión de la reforma de 2017 y el efecto de los impuestos al consumo son factores clave que perpetúan esta desigualdad. Una reforma fiscal integral que promueva la progresividad, simplifique la normativa y reduzca los impuestos distorsivos no es solo una opción, sino una necesidad urgente para construir un sistema más justo y equitativo que impulse el desarrollo económico y alivie la presión sobre la mayoría de la población trabajadora.