Preocupación por la inflación: Junio y julio podrían superar el 2% en Argentina

Aumento de servicios esenciales y la sombra de una nueva devaluación amenazan la estabilidad de precios, mientras salarios pierden poder adquisitivo.

La inflación en Argentina podría volver a repuntar en los meses de junio y julio, superando la marca del 2%, según proyecciones recientes. Esta aceleración en el índice de precios al consumidor estaría impulsada por subas significativas en servicios esenciales como salud, educación, vivienda y transporte. Se estima que la inflación de junio ya se ubicaría por encima del 1,5% registrado en mayo, mientras que para julio se anticipa que el incremento de precios se mantenga en el orden del 2%. Este escenario genera inquietud, especialmente en un contexto donde el tipo de cambio oficial se ha mantenido relativamente estable, aunque la posibilidad de una nueva devaluación sigue latente.

Presiones sobre los precios y la sombra de la devaluación

La potencial aceleración inflacionaria se produce a pesar de un dólar «planchado» desde principios de año, con la excepción de un movimiento al alza del 20% en marzo. Sin embargo, en el mercado y entre analistas económicos, crece la expectativa de que el gobierno de Javier Milei, tarde o temprano, deberá implementar una nueva devaluación. Este movimiento, en caso de concretarse, inyectaría una presión adicional sobre los precios, que ya no encuentran un freno consistente mes a mes.

La preocupación radica en la combinación de un aumento constante de los precios de bienes y servicios esenciales con la posibilidad de un shock cambiario. Si bien la estabilidad del tipo de cambio ha sido una de las anclas del programa económico, su sostenibilidad es puesta en duda por diversos sectores, lo que incrementa la incertidumbre sobre el futuro de la inflación.

Paritarias bajas y su impacto en el poder adquisitivo

En paralelo a la escalada de precios, el gobierno mantiene una política de paritarias en torno al 1%. Esta cifra se encuentra muy por debajo de las proyecciones de inflación, lo que tiene un impacto directo y negativo en el poder adquisitivo de los salarios. La pérdida de capacidad de compra de los trabajadores no solo deteriora su calidad de vida, sino que también repercute negativamente en la actividad económica general.

Al caer el consumo, se resienten las ventas y la producción, generando un círculo vicioso que dificulta la recuperación económica. La combinación de una inflación persistente y salarios estancados crea un escenario desafiante para los hogares argentinos y para la sostenibilidad del crecimiento. El desafío para el gobierno será encontrar un equilibrio entre la estabilización macroeconómica y la protección del poder de compra de los ciudadanos para evitar un mayor deterioro del bienestar social.