Adiós a un Clásico: Cierra la histórica fábrica de caramelos Lipo
Una triste noticia golpea la memoria afectiva de varias generaciones de argentinos: la emblemática fábrica de golosinas Lipo, con más de cinco décadas de trayectoria en el rubro confitero, ha cerrado sus puertas en Lanús. La paralización de la planta, que llegó a producir dos millones de caramelos por día, ha desatado un conflicto laboral con sus más de 100 empleados, quienes denuncian salarios adeudados y sospechan un vaciamiento encubierto.

Un conflicto laboral en medio de la parálisis productiva
Los trabajadores de Lipo S.A., ubicada en Lanús, provincia de Buenos Aires, se encontraron de repente con una fábrica sin actividad productiva y sin insumos. La planta, que alguna vez exportó sus golosinas al Mercosur, Asia y Europa, ahora luce abandonada, con máquinas apagadas y un ambiente de incertidumbre total. Los empleados, que suman más de un centenar, se encuentran en paro por tiempo indeterminado, reclamando el pago de los salarios adeudados desde el mes de abril.
Según los relatos de los afectados, el propietario de la firma, Osvaldo Iglesias, ofreció abonar lo adeudado con un recorte del 40%, argumentando que los días no trabajados se debieron a la falta de insumos. Esta propuesta fue categóricamente rechazada por el personal, que exige el pago total de sus haberes.
Caída de la producción y sospechas de vaciamiento
La crisis de Lipo no es reciente. La producción diaria, que en 2023 alcanzaba los dos millones de unidades, cayó drásticamente a apenas 400 mil en los últimos meses. Paralelamente, la empresa ha venido achicando su planta de manera progresiva, con algunos traslados a una sede en Ezeiza y despidos de otros trabajadores. Esta situación ha generado fuertes sospechas entre los empleados de un posible vaciamiento encubierto de la compañía.
Lipo era una marca de gran reconocimiento en el mercado argentino, proveedora de grandes cadenas de supermercados como Carrefour y con una fuerte presencia en kioscos y pequeños comercios. Además de sus clásicos caramelos, la fábrica elaboraba galletitas y otros productos de confitería, formando parte de la infancia de millones de argentinos.
Hasta el momento, no hay respuestas claras por parte de la empresa ni una intervención estatal que brinde certezas a los trabajadores. La incertidumbre es la única constante: nadie sabe si la firma continuará operando desde Ezeiza o si este será el fin definitivo de una marca que ha dejado una huella en la historia de las golosinas argentinas. La situación de Lipo refleja las dificultades que atraviesan muchas empresas en el actual contexto económico, especialmente en un sector como el de las golosinas, que ha experimentado una fuerte caída en las ventas.