Este desfase entre el crecimiento salarial y la escalada de precios evidencia una marcada desaceleración en la capacidad de compra de los ingresos, profundizando la angustia económica de los hogares. En la comparación interanual, la brecha se torna aún más evidente: mientras que los salarios nominales experimentaron un incremento del 85,7% en los últimos doce meses, la inflación acumulada en el mismo período alcanzó un vertiginoso 287,9%.
Disparidad sectorial: El empleo formal, el más afectado
El análisis del comportamiento salarial por sector revela una heterogeneidad preocupante. El modesto crecimiento mensual del 3,0% se desglosa en un aumento del 2,2% para el sector privado registrado, un 3,3% en el sector público y un 5,1% en el sector privado no registrado.
Si bien el sector informal exhibió el mayor crecimiento nominal interanual (183,1%), este dato responde, en gran medida, a un proceso de recomposición salarial tras un prolongado período de atraso, más que a una mejora sostenida en el tiempo.
En contraste, los trabajadores del sector privado registrado sufrieron un aumento salarial de apenas el 75,8% en los últimos doce meses, y los empleados del sector público un exiguo 66,7%. Ambos porcentajes se sitúan muy por debajo del índice de precios, lo que subraya la significativa pérdida de poder adquisitivo en el ámbito del empleo formal.
Acumulado 2024: Un deterioro concentrado en el empleo registrado
Al observar el acumulado de los primeros tres meses de 2024, la situación se torna aún más sombría para los trabajadores formales. Entre enero y marzo, los salarios apenas acumularon una suba del 10,0%, quedando muy rezagados frente a la inflación acumulada en el mismo período, que alcanzó un 51,6%.
El deterioro del poder adquisitivo se ceba especialmente con los empleados registrados, tanto del sector privado (aumento acumulado del 6,9%) como del sector público (aumento acumulado del 8,9%). En contraposición, el sector privado no registrado experimentó un incremento acumulado del 23,2%, lo que sugiere una dinámica diferente, posiblemente impulsada por la mencionada recomposición en sectores con salarios históricamente deprimidos.
Los datos del Indec son contundentes y reflejan una realidad innegable: los salarios argentinos continúan perdiendo la batalla contra una inflación persistente y elevada. Esta caída sostenida del poder adquisitivo impacta directamente en la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, limitando su capacidad de consumo y generando un clima de incertidumbre económica. La marcada diferencia entre el desempeño salarial del sector formal e informal plantea interrogantes sobre las políticas económicas implementadas y su capacidad para proteger el ingreso de los trabajadores en un contexto macroeconómico desafiante. La urgencia de medidas efectivas para contener la inflación y dinamizar los salarios reales se vuelve cada vez más apremiante para evitar una mayor profundización de la crisis social.