Fuerte devaluación y fin del cepo: El gobierno cede a exigencias del FMI y el dólar fluctuará «entre $ 1000 y $ 1400»
El ministro Caputo oficializó el ajuste cambiario exigido por el Fondo a cambio de USD 12.000 millones. Analistas alertan por el inevitable fogonazo inflacionario y la caída del poder adquisitivo.

En una medida que anticipa un duro golpe al poder adquisitivo de la mayoría y que confirma el alineamiento con las demandas externas, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció este viernes el fin del cepo cambiario a partir del lunes. Sin embargo, la liberación de las restricciones llega atada a una fuerte devaluación y como parte de las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para liberar fondos frescos. El gobierno admitió que el dólar oficial flotará hasta un techo de $1.400, convalidando así un ajuste cercano al 30%, a cambio de recibir un primer desembolso de USD 12.000 millones del organismo. La decisión, presentada con notable optimismo por el funcionario, ya genera fuertes advertencias sobre su inminente impacto inflacionario.
El corazón del anuncio y su consecuencia más inmediata es la drástica corrección cambiaria. Al fijar la banda superior en $1.400, el Gobierno no hace más que reconocer una devaluación estimada en torno al 30%, un sinceramiento forzado por las negociaciones con el FMI. Este salto en el tipo de cambio oficial, advierten economistas, se trasladará velozmente a los precios internos, augurando un nuevo y doloroso fogonazo inflacionario que erosionará aún más los ya golpeados salarios e ingresos de la población trabajadora y los sectores medios.
Si bien Caputo intentó presentar el fin del cepo como un logro en sí mismo que mágicamente atraerá inversiones, la medida es, en rigor, una consecuencia directa del acuerdo con el FMI y del elevado costo asociado: la devaluación exigida. El desembolso de USD 12.000 millones, vital para engrosar las escasas reservas del Banco Central, llega así condicionado a la aplicación de estas políticas de ajuste, reeditando conocidas recetas del Fondo con probados y potenciales costos sociales para el país. Queda la duda si estos fondos serán suficientes para sostener la apertura o apenas un paliativo temporal.
El nuevo sistema de flotación ‘entre bandas’ ($1.000-$1.400), con el agregado de ajustes mensuales del 1% en sus límites, introduce un elemento de marcada incertidumbre y potencial volatilidad en el mercado. Lejos de anclar expectativas, esta ‘banda móvil’ podría terminar alimentando la especulación financiera y convalidando una depreciación continua y administrada del peso, dificultando cualquier intento de planificación económica y añadiendo presión constante sobre la inflación futura.
Las medidas complementarias, presentadas bajo el eufemismo de ‘flexibilizaciones’, también generan interrogantes sobre sus beneficiarios finales. La eliminación del ‘dólar blend’ podría afectar la rentabilidad de ciertas economías regionales o sectores exportadores específicos. Permitir la distribución de utilidades y dividendos al exterior a partir de 2025, si bien es un reclamo histórico del capital extranjero, podría implicar una significativa salida de divisas en el mediano plazo. Asimismo, agilizar los pagos de importaciones sin un correlato claro en el aumento de las exportaciones podría deteriorar la balanza comercial.
Pese a la dureza indiscutible de las medidas anunciadas, el ministro Caputo optó por una puesta en escena triunfalista, descripta por un periodista presente en la Casa Rosada como un ‘canchereo’, llegando a agradecer «hasta a su compañera e hijos». Este tono contrasta fuertemente con la preocupación que generan las medidas en la ciudadanía. La promesa de una lluvia de inversiones gracias al fin del cepo parece, por ahora, más una expresión de deseo que una certeza, chocando contra la realidad de una economía que deberá absorber primero el severo shock devaluatorio e inflacionario.
En definitiva, el fin del cepo cambiario llega, pero a un costo elevado: una fuerte devaluación dictada en gran medida por las exigencias del FMI. Mientras el Gobierno celebra el acuerdo y promete un futuro de inversiones que está por verse, la población se prepara para enfrentar las consecuencias inmediatas de un ajuste que impactará directamente en los precios de los alimentos, los servicios y el costo de vida general. Resta saber si los fondos del FMI alcanzarán para estabilizar el nuevo y riesgoso esquema o si Argentina se asoma, una vez más, al preludio de mayores turbulencias económicas y sociales bajo la tutela del organismo internacional.