Hiperconectividad: Radiografía de una amenaza silenciosa para la salud mental adolescente

Neuropsicóloga Lucía Crivelli advierte sobre el aumento de la ansiedad, la depresión y las autolesiones vinculadas al uso excesivo de pantallas y redes sociales en jóvenes.

La era digital, con su promesa de conexión constante, revela una preocupante sombra en la salud emocional de niños y adolescentes. La neuropsicóloga Lucía Crivelli, en diálogo con Infobae en Vivo, encendió las alarmas sobre los efectos nocivos de la hiperconectividad, un fenómeno que estaría directamente relacionado con el incremento de casos de ansiedad, depresión y autolesiones en la población juvenil.

“Los chicos están muy conectados a Internet pero desconectados de la vida real”, sentenció Crivelli, trazando un paralelismo inquietante entre el tiempo invertido en el mundo virtual y la desconexión con las experiencias tangibles. La especialista señaló que las redes sociales, plataformas diseñadas principalmente para adultos, exponen a los menores a contenidos inapropiados y a una presión constante por la aprobación virtual. Esta falta de supervisión en el ciberespacio contrasta, según la neuropsicóloga, con las crecientes restricciones impuestas en el mundo físico.

Crivelli retrotrajo el origen de este problema a la década de los 90, cuando el aumento de la inseguridad llevó a una disminución significativa de las actividades al aire libre de los niños, abriendo la puerta al auge de la tecnología como forma de entretenimiento y socialización. “Antes jugaban en la vereda o en el club. Hoy todo eso ha sido reemplazado por el celular”, lamentó.

Apoyándose en los estudios del autor Jonathan Haidt, la neuropsicóloga reveló datos alarmantes: los adolescentes nacidos después de 2010 presentan niveles de ansiedad hasta tres veces superiores a los de generaciones anteriores, siendo las chicas las más afectadas. Un dato no menor que Crivelli destacó es que la mera presencia del teléfono móvil, incluso apagado, puede mermar el rendimiento cognitivo de los jóvenes.

Ante este panorama, la especialista propuso un cambio de paradigma que priorice el equilibrio entre el mundo virtual y la vida real. Fomentar el juego libre y abrazar el aburrimiento se presentan como estrategias clave para el desarrollo emocional saludable. “El aburrimiento activa zonas cerebrales que promueven la creatividad”, explicó Crivelli, al tiempo que abogó por una regulación más estricta en el acceso a las redes sociales, sugiriendo elevar la edad mínima de admisión de 13 a 16 años.

Finalmente, la neuropsicóloga hizo un llamado a la acción colectiva, instando a padres, educadores y gobiernos a trabajar en conjunto para establecer límites claros en el uso de la tecnología. La clave, según Crivelli, reside en devolver a los jóvenes espacios de autonomía, juego y, fundamentalmente, una conexión genuina con su entorno. La hiperconectividad, si bien ofrece oportunidades, exige una reflexión profunda sobre su impacto en la salud mental de las nuevas generaciones.