Nuevo Aumento: El kilo de pan costará un 12% más
Empresarios panaderos de la provincia de Buenos Aires confirman un nuevo aumento ante la escalada de costos en materias primas, insumos y servicios. La menor demanda en el Conurbano contiene parcialmente el precio, pero la incertidumbre reina en el sector.

El pan nuestro de cada día vuelve a encarecerse. Las panaderías de los principales centros urbanos de la provincia de Buenos Aires aplicarán un aumento del 12% en el precio del pan, una medida que responde directamente a la presión ejercida por los incrementos sostenidos en los costos de producción. Así lo confirmó Martín Pinto, directivo de la Cámara de Industriales Panaderos, quien alertó que esta decisión es una consecuencia inevitable de la suba en materias primas esenciales como la harina, aditivos, levaduras, grasas, así como en insumos descartables, combustibles para la logística y las tarifas de servicios públicos como luz y gas, fundamentales para la operación diaria. Este ajuste llega, además, en un momento crítico marcado por una significativa caída en las ventas registrada durante los últimos meses.
La justificación detrás de este nuevo golpe al bolsillo del consumidor es clara y contundente para los industriales panaderos. «Son constantes los aumentos que venimos sufriendo en las materias primas, los insumos, combustibles y las tarifas de los servicios públicos», detalló Pinto, poniendo de manifiesto la compleja trama de costos que enfrenta el sector. La preocupación va más allá del presente ajuste, ya que la volatilidad económica impide proyectar estabilidad. «Lamentablemente no podemos asegurar que no vaya a haber nuevos incrementos en el corto plazo, ya que los precios no dejan de subir. Dicen que la inflación bajó, pero nuestros costos siguen aumentando día a día», se quejó el dirigente, reflejando la incertidumbre que atraviesa la industria.
Este incremento posicionará el kilo de pan por encima de los $4000 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un valor que marca un nuevo umbral para este alimento básico. Sin embargo, en el Conurbano bonaerense, el panorama presenta matices. Allí, el precio final se moverá en una franja que va desde los $2500 hasta los $3300. Esta diferencia no es casualidad; responde a una estrategia forzada por la realidad del mercado. La caída «significativa» de las ventas en los barrios y localidades del Gran Buenos Aires ha obligado a los panaderos de la zona a absorber parte del aumento de costos, moderando el traslado al consumidor final para intentar preservar una clientela golpeada por la pérdida de poder adquisitivo. Es un equilibrio precario entre cubrir los gastos operativos y mantener las persianas levantadas.
El encarecimiento del pan no es un hecho aislado en la góndola de alimentos. Se inscribe en una tendencia generalizada de aumentos que afecta a productos de consumo masivo. Datos recientes indican que los lácteos y huevos continuaron su escalada con un avance del 1.4% en la última semana, acumulando un 5.6% en las últimas cuatro. Las carnes, aunque mostraron una desaceleración en el ritmo semanal (0.7%), lideran el acumulado del último mes con un 6.3%. Verduras (3.3%) y bebidas (2.8%) también registraron subas considerables en el mismo período. Si bien el Gobierno ha intentado morigerar el impacto inflacionario, por ejemplo, con ajustes tarifarios controlados en servicios públicos en momentos puntuales, desde el sector panadero insisten en que la presión acumulada de los costos fijos y variables es insostenible sin trasladarla, al menos parcialmente, a precios.
El escenario actual dibuja un panorama desafiante tanto para productores como para consumidores. Los industriales panaderos se ven atrapados entre la necesidad imperiosa de actualizar sus precios para no operar a pérdida y una demanda que se contrae visiblemente. Para las familias, especialmente las de menores ingresos, este nuevo aumento representa una dificultad adicional para acceder a un alimento esencial de la canasta básica. La incertidumbre económica general y la persistente inflación de costos dejan al sector panadero navegando en aguas turbulentas, sin garantías de estabilidad y con el temor latente de que este no sea el último ajuste necesario para sobrevivir. El aroma a pan recién horneado compite con el amargo sabor de la crisis.