El Negro Manuel: del esclavismo a la santidad

Un esclavo africano que podría convertirse en el primer santo afroargentino

El proceso de canonización de Manuel Costa de los Ríos, más conocido como «El Negro Manuel», ha dado un paso crucial con el inicio de su fase romana en el Vaticano. La historia de este esclavo africano, que dedicó su vida al culto de la Virgen de Luján, es un relato de fe, resiliencia y devoción que trasciende los siglos.

El Dicasterio para las Causas de los Santos recibió las cajas con la documentación autenticada sobre su vida y obra, enviadas desde Argentina. La Arquidiócesis de Mercedes-Luján, junto con el Tribunal Arquidiocesano, presentó cartas formales que subrayan la importancia histórica y espiritual de este siervo de Dios. De confirmarse sus virtudes heroicas, el Papa podría declararlo venerable, dando un paso más hacia su beatificación y eventual santidad.

De la esclavitud a la devoción

Nacido alrededor de 1604 en Guinea Superior, África, Manuel Costa de los Ríos fue capturado por traficantes de esclavos y trasladado a Pernambuco, Brasil. Años después, fue vendido a un navegante portugués que lo llevó a Buenos Aires en 1630. Durante este viaje, acompañó dos imágenes de la Virgen de la Purísima Concepción, una de las cuales quedó milagrosamente en Luján cuando los bueyes que la transportaban se negaron a avanzar.

Interpretado como un mensaje divino, este hecho marcó la vida de Manuel, quien se convirtió en el primer guardián de la imagen. Durante más de cuatro décadas, custodió la Virgen, mantuvo su capilla, recibió peregrinos y difundió el milagro. Su entrega lo transformó en una figura central en la devoción mariana argentina.

La libertad y los milagros

A pesar de su dedicación, Manuel siguió siendo esclavo hasta que los fieles de Luján organizaron una colecta para comprar su libertad. Liberado, pudo consagrar su vida plenamente al culto mariano. Se le atribuyen relatos de curaciones milagrosas con el aceite de la lámpara de la Virgen, incluyendo la sanación de un sacerdote que luego sería capellán del santuario.

Falleció en 1686, cumpliendo su propia profecía de que la Virgen lo llamaría un sábado. Sus restos fueron sepultados detrás del altar mayor del Santuario de Luján, donde su historia sigue viva en la devoción popular.

Un paso clave hacia la santidad

El fervor popular en torno a la figura del Negro Manuel ha sido determinante en su proceso de canonización. Su historia representa no solo la fe inquebrantable, sino también la lucha de los afrodescendientes en la historia argentina, muchas veces invisibilizados. Si se aprueba su santidad, se convertirá en el primer santo afroargentino, consolidando su legado como el primer servidor de la Virgen de Luján y dejando una huella imborrable en la historia religiosa del país.