Ternium en jaque: suspensiones, recortes salariales y un futuro incierto para la siderurgia
El derrumbe de la producción de acero obliga a Techint a implementar suspensiones rotativas con reducción de sueldos del 25%. La crisis golpea de lleno a la industria y recrudece la tensión con el Gobierno.

La recesión no distingue sectores, pero a algunos los castiga con especial crudeza. La siderurgia argentina, un pilar de la industria nacional, está viviendo su peor momento en años. Paolo Rocca, CEO de Techint, decidió suspender a cientos de trabajadores en la planta General Savio de Ternium, en Ramallo, mientras la producción se desploma y la importación de planchones chinos sigue ganando terreno.
La decisión afecta de manera directa a los operarios, que verán reducidos sus salarios en un 25% durante los días de suspensión. Según confirmó la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de San Nicolás, la medida comenzó con 40 trabajadores alcanzados y podría superar los 100 en abril. «Se está cobrando solo el 75% del sueldo en los días de suspensión, y el número de afectados sigue en ascenso», alertó Fabián Gigli, secretario de prensa del gremio.
La situación no sorprende si se observan los números de la producción. En marzo, la empresa esperaba fabricar 160 mil toneladas de acero, pero la realidad dista mucho de esa expectativa. En comparación con el año pasado, la caída es del 23%, lo que equivale a 513 mil toneladas menos en lo que va de 2024. El golpe también se siente en el bolsillo de los trabajadores, ya que la empresa recortó el Premio por Resultado Positivo (PRP), un adicional que solía mejorar sus ingresos anuales.
La crisis de la siderurgia tiene nombre y apellido: recesión, apertura de importaciones y desregulación del mercado de chatarra. La desprotección de la industria nacional generó tensiones entre Rocca y el Gobierno de Javier Milei, quien insiste en una liberalización de la economía que, según denuncian desde el sector, está dejando en la cuerda floja a miles de empleos. «El número de suspendidos podría llegar a 150. Todo depende de cómo evolucionen las ventas», advirtió Gigli.
En este escenario, Techint intenta esquivar los despidos masivos, pero la incertidumbre reina en la planta. La combinación de una demanda interna en picada y la competencia desleal de productos importados empuja a la industria siderúrgica hacia un panorama cada vez más desalentador. Los contratistas, por ahora, no han sido alcanzados por las suspensiones, pero la alerta está encendida.
La siderurgia argentina está en peligro y con ella, miles de puestos de trabajo. Mientras el Gobierno sigue apostando a una apertura comercial sin restricciones, la producción nacional paga los costos de una estrategia que parece no contemplar su impacto social. La gran pregunta es cuánto tiempo podrán sostenerse las suspensiones antes de que la crisis derive en despidos definitivos. Una cosa es segura: la industria del acero está librando una batalla desigual y, por ahora, va perdiendo.