La carne, un lujo inalcanzable: el consumo interno se desploma y los precios siguen en alza
En febrero, el consumo de carne cayó un 5,4% interanual, marcando un nuevo piso en medio de una crisis económica que pulveriza el poder adquisitivo. Mientras el Gobierno festeja una "desinflación", el asado sigue siendo un privilegio para pocos.

Atrás quedaron los tiempos en que la carne era un alimento infaltable en la mesa de los argentinos. Hoy, con salarios que no alcanzan y precios que no paran de subir, el churrasco se ha convertido en un lujo. Según un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra), en febrero el consumo interno cayó un 5,4% en comparación con el mismo mes del año pasado. Y lo peor: no hay señales de recuperación.
El golpe en el bolsillo se traduce en cifras contundentes. Tomando el promedio móvil de los últimos doce meses, el consumo per cápita de carne vacuna en febrero se ubicó en 48,8 kilos anuales, lo que representa una caída del 5,4% interanual, es decir, 2,8 kilos menos por persona.
A su vez, un informe del Mercado Ganadero Rosgan de la Bolsa de Comercio de Rosario reveló que la comercialización interna de carne en el primer bimestre del año tocó un mínimo histórico. La explicación es simple: los hogares argentinos tienen menos poder adquisitivo y deben recortar gastos en alimentos. Y la carne fue una de las primeras víctimas.
La situación no es mejor del lado de la producción. En el primer bimestre de 2025, la elaboración de carne vacuna alcanzó las 499 mil toneladas de res con hueso, un 1,7% menos que en el mismo periodo de 2024. En términos absolutos, la caída fue de 8,5 mil toneladas.
En paralelo, la exportación también sintió el golpe. La demanda china, que en los últimos años fue el principal motor del sector, se contrajo un 33,7% interanual, lo que significó una merma de 54,05 mil toneladas. Menos consumo interno, menos producción y menos ventas al exterior: el combo perfecto para una crisis ganadera en pleno desarrollo.
Pero, como si fuera poco, los precios no dan respiro. Durante febrero, el índice de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires registró un alza del 2,4%, pero la carne superó con creces ese promedio. Según el relevamiento, el precio promedio de los cortes vacunos trepó un 12,1%, generando un impacto directo en la inflación general.
Dentro del rubro alimentos y bebidas no alcohólicas, que aumentó un 3,2% en relación con enero, la carne y sus derivados lideraron la escalada con un 7,6%. La nalga fue el corte que más subió en los últimos dos meses (13,6%), seguida por el cuadril (13,1%), la paleta (12,6%) y la carne picada común (11,3%). Hasta el asado, el emblema de los domingos argentinos, se encareció un 9,9%.
Mientras tanto, el pollo parece ganar terreno en las mesas familiares: en febrero solo aumentó un 0,4%, consolidándose como una alternativa más accesible frente al encarecimiento de la carne vacuna.
En este contexto, la paradoja es evidente: Argentina es uno de los mayores productores de carne del mundo, pero su consumo interno está en caída libre. La combinación de salarios devaluados, precios en alza y una demanda externa en baja dibuja un panorama crítico para el sector y, sobre todo, para los consumidores. Mientras el Gobierno insiste en su narrativa de «desinflación», los argentinos siguen viendo cómo el asado se convierte en un recuerdo de tiempos mejores.