Vestirse en Argentina: Un lujo al alcance de pocos

La ropa en Argentina es la más cara de la región, con diferencias de hasta el 118% respecto a países vecinos. Mientras el Gobierno apunta a abrir importaciones, el sector textil local enfrenta un dilema: reinventarse o sucumbir.

Renovar el guardarropa en Argentina es casi un deporte de elite. Un estudio de la consultora Focus Market revela que vestirse en el país puede costar entre un 40% y un 118% más que en Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En un contexto de crisis económica y salarios pulverizados, la comparación no es solo un dato estadístico: es una radiografía del costo de vida.

El informe analiza precios de prendas básicas como jeans, camisetas, zapatillas y accesorios, encontrando que comprar ropa en Brasil puede ser hasta seis veces más barato. En Paraguay, el costo es casi la mitad que en Argentina, mientras que en Chile la diferencia es de un 55%. Uruguay, a pesar de su alto costo de vida, también ofrece precios más accesibles en comparación con el mercado argentino.

El gobierno de Javier Milei ha tomado nota de estas cifras y ha puesto en la mira al sector textil. La decisión de reducir aranceles a la importación de ropa y calzado apunta a generar competencia y bajar los precios. Sin embargo, detrás del discurso liberal aparece el eterno dilema: ¿abrir la economía para favorecer a los consumidores o proteger la industria nacional?

Damián Di Pace, director de Focus Market, destaca que la reforma tributaria que plantea el Gobierno busca eliminar impuestos distorsivos como Ingresos Brutos y tasas municipales, lo que podría aliviar costos de producción. Sin embargo, la industria textil enfrenta una realidad compleja: altos costos de insumos, cargas impositivas y una economía que no da tregua.

La tendencia de los argentinos a viajar para comprar ropa no es nueva, pero el informe la confirma con números alarmantes. Si en Brasil un guardarropa completo cuesta US$591 y en Argentina US$1.054, la decisión es obvia para quienes pueden cruzar la frontera. Las provincias del norte ya han convertido a Paraguay en su shopping a cielo abierto, y Chile sigue siendo un imán para compradores.

El sector textil argentino enfrenta un desafío clave: adaptarse o desaparecer. Si la solución es abrir indiscriminadamente la importación sin una estrategia para fortalecer la producción local, la ecuación podría ser letal para la industria nacional. Mientras tanto, el consumidor sigue atrapado entre precios desorbitantes y la ilusión de una apertura que le haga más accesible vestirse sin dejar el sueldo en el intento.