Rechazo masivo al FMI: el 64% de los argentinos dice NO a más deuda

La mayoría de los argentinos rechaza un nuevo endeudamiento con el organismo internacional, mientras el Gobierno avanza con su ajuste.

El rechazo a endeudarse con el FMI se consolida en la opinión pública. Según una encuesta de Analogías, el 64,4% de los argentinos se opone a seguir tomando deuda con el organismo internacional. El dato se conoce en un contexto de ajuste y desconfianza hacia la estrategia económica del Gobierno.

La relación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional nunca fue un idilio, pero ahora parece haberse convertido en una relación tóxica. Según un reciente sondeo de la consultora Analogías, casi dos tercios de la población rechaza la idea de seguir tomando préstamos del FMI. Esta postura se da en un momento crítico: la aprobación en Diputados del DNU presidencial que habilita un nuevo acuerdo con el organismo internacional.

El estudio indica que solo el 16,6% de los encuestados está a favor de un mayor endeudamiento, mientras que un 19,1% no tiene una posición definida. La resistencia es más marcada en el grupo etario de 30 a 49 años, donde el 71,7% se opone, y entre quienes tienen secundario completo (72,1%). Además, las mujeres expresan un rechazo levemente superior al de los hombres: 63,5% frente a 65,3%, respectivamente.

El rechazo al endeudamiento no es casualidad. Argentina ya conoce el libreto: préstamos que llegan con exigencias de ajuste y reformas estructurales que golpean a los sectores medios y bajos. Mientras el oficialismo defiende el acuerdo como una estrategia para estabilizar la economía y sanear las cuentas del Banco Central, la oposición advierte que es pan para hoy y hambre para mañana.

El dato de la encuesta llega en un momento clave. El debate sobre el nuevo pacto con el FMI está en el centro de la escena política y económica del país. Si bien el Gobierno insiste en que no hay alternativa, la opinión pública parece estar enviando un mensaje claro: la paciencia con el endeudamiento tiene un límite.

El dilema es evidente. La necesidad de financiamiento choca con la memoria de crisis anteriores, desde la debacle del 2001 hasta el reciente endeudamiento del gobierno de Mauricio Macri. En ese contexto, la desconfianza no es un capricho, sino una respuesta a una historia económica plagada de promesas incumplidas y recetas que no funcionaron.

A medida que se avanza con las negociaciones con el FMI, el Gobierno deberá lidiar no solo con los técnicos del organismo, sino también con una ciudadanía que, al parecer, ya no está dispuesta a comprar el cuento del «es esto o el abismo».