Fruticultura en crisis: productores advierten un panorama desolador

La producción de peras y manzanas en Argentina atraviesa su peor crisis en cuatro décadas debido a la caída en las exportaciones, el descenso del consumo interno y la falta de políticas de fomento. En Río Negro y Neuquén, el sector denuncia una situación límite que pone en riesgo la próxima cosecha.

El inicio de la temporada de recolección de peras y manzanas dejó en evidencia la grave crisis que afecta a los productores del Valle de Río Negro y Neuquén. Con costos de almacenamiento en alza, aumentos en la mano de obra y tarifas de servicios esenciales, el sector reclama la declaración de la emergencia económica y medidas urgentes para preservar las economías regionales.

En la década de 1970, Argentina exportaba cerca del 40% de las manzanas del hemisferio sur, pero hoy esa cifra se redujo al 10% debido a la competencia de países como Chile, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Además, el consumo interno se ha reducido a la mitad desde los años 90. La producción de manzanas, que hace dos décadas superaba 1,3 millones de toneladas, hoy apenas alcanza las 700 mil.

Carlos Zanardi, presidente de la Cámara de Productores Agrícolas de General Fernández Oro, expuso la crítica situación: «Con este dólar desfasado y los aumentos en los costos internos, la ecuación no cierra. La mano de obra representa el 65% del costo de producción y ha subido un 115%, mientras que el dólar oficial con el que se pagan las exportaciones no alcanza para cubrir esos gastos».

El sector también enfrenta una preocupante reducción en la superficie cultivada. En los últimos 15 años, la producción de peras y manzanas disminuyó de 2 millones a 1,1 millones de toneladas. Zanardi advierte que la falta de rentabilidad está llevando al abandono de las chacras: «No es que alguien las compra y sigue produciendo, simplemente quedan vacías». En las últimas décadas, la concentración de tierras también aumentó. En Río Negro, el 32% de la superficie frutícola está en manos de 37 grandes productores.

Los productores no confían en que el Gobierno Nacional implemente soluciones. Según Zanardi, tras reunirse con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la respuesta fue clara: «No van a devaluar y el problema se trasladará a las provincias. Nadie va a resolver nada». Esta situación genera desesperación en las economías regionales.

Río Negro y Neuquén generan el 80% de la producción nacional de peras y manzanas. Este sector impacta significativamente en la economía, con el 44% de la producción destinada a la exportación y más de 75 mil empleos directos e indirectos en la cadena productiva. Sin embargo, la comercialización también se encuentra en crisis. Edgar Artero, productor frutícola de Río Negro, denunció que un grupo reducido de exportadoras controla el mercado: «Las cosechas se están quedando en los árboles, y las exportadoras priorizan sus propias frutas antes que las de los pequeños productores, ya que no nos compran».

Karina Zon, ingeniera agrónoma e investigadora del INTA Río Colorado, afirmó que la creciente concentración del mercado frutícola ha generado un poder desigual. «Un reducido grupo de empresas impone los parámetros de calidad de la fruta. Además, pueden almacenar en grandes cámaras y especular con los precios, mientras que los pequeños productores deben vender de inmediato, perdiendo capacidad de negociación».

Según Artero, las adversidades climáticas como heladas, viento y granizo agravan aún más la situación de los productores. «Antes éramos 6.000 productores, ahora quedamos solo 1.300», lamentó. Pese a los esfuerzos por encontrar alternativas, la falta de financiamiento y el desinterés gubernamental hacen que el futuro del sector sea incierto. Zanardi sostiene que la implementación de un precio mínimo para la fruta podría ser una solución, pero el panorama sigue siendo desalentador. «Estamos ante la peor crisis en 40 años y, con las políticas actuales, estamos en vía de extinción», concluyó.