Histórica caída del consumo: los supermercados enfrentan su peor crisis en 20 años

El consumo en supermercados y autoservicios cayó un 13,9% durante 2024, marcando un récord negativo en dos décadas. Alimentos y bebidas sin alcohol lideran las categorías con mayores caídas, en medio de un contexto de inflación desbordada y pérdida de poder adquisitivo.

El consumo en supermercados y autoservicios cerró 2024 con una contracción del 13,9% respecto al año anterior, según datos de la consultora Scentia. Este desplome representa el peor resultado en 20 años y expone la severa crisis económica que golpea a los hogares argentinos. En diciembre, el descenso fue aún más alarmante, con una caída del 18%, consolidando un año crítico para el sector minorista.

La crisis del consumo es uniforme entre autoservicios y cadenas de supermercados, aunque el impacto es más notable en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Todas las categorías cerraron el año en rojo, con caídas especialmente pronunciadas en alimentos (-9,5%), bebidas sin alcohol (-18,3%), higiene y cosmética (-17%) y artículos de limpieza (-13,9%).

El último mes del año mostró un agravamiento de las cifras: bebidas sin alcohol registraron una retracción del 24,4%, mientras que los productos de desayuno y merienda cayeron un 16,1%. Por su parte, los artículos de limpieza e higiene personal experimentaron disminuciones interanuales superiores al 20%.

El precio promedio ponderado, que incluye alimentos y bienes esenciales, desaceleró levemente su aumento en diciembre al ubicarse en 111,6%, en línea con el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Sin embargo, esta moderación no alivió el poder adquisitivo de los hogares, que sufrió una erosión constante debido a la combinación de inflación, devaluación y ajustes tarifarios.

Factores que profundizan la crisis

La devaluación inicial del gobierno de Javier Milei, que ajustó el tipo de cambio en un 120%, fue uno de los factores determinantes. Esta medida impactó de lleno en los costos de los productos de la canasta básica, ahora sin controles regulatorios, y en los servicios públicos, cuyos precios aumentaron un 400% en el primer año de gestión.

El salario promedio no logró seguir el ritmo de la inflación, duplicando la proporción destinada a servicios esenciales como electricidad, gas y agua. Dos de cada cinco argentinos recurrieron a sus ahorros para cubrir necesidades básicas, mientras que el endeudamiento con tarjetas de crédito se disparó, afectando especialmente a quienes viven en la pobreza extrema.

El desplome del consumo en supermercados y autoservicios refleja una crisis económica que no solo afecta a los índices macroeconómicos, sino que golpea directamente el bienestar de las familias. Con un panorama incierto y desafíos estructurales por resolver, el impacto se hace sentir en la mesa de los argentinos, dejando un 2024 marcado por la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro de la calidad de vida.