El Doctor Tangalanga un legado humorístico que trascendió generaciones
El 26 de diciembre de 2013, Buenos Aires despedía a uno de los íconos más entrañables del humor argentino. A los 97 años, falleció Julio Victorio de Rissio, conocido popularmente como el Doctor Tangalanga. Su ingenio y talento lo convirtieron en un referente único, cuyo legado perdura en la memoria colectiva de quienes disfrutaron de sus inolvidables bromas telefónicas.
Un humorista atípico que conquistó corazones
Tangalanga nació el 10 de noviembre de 1916 en el barrio porteño de Balvanera. Aunque su carrera humorística comenzó de manera fortuita, se consolidó como un fenómeno cultural en Argentina. Su estilo consistía en realizar llamadas telefónicas a desconocidos, donde desplegaba un humor ácido y absurdo que ponía a prueba la paciencia de sus interlocutores. Estas grabaciones, inicialmente distribuidas en casetes entre amigos, se convirtieron en un éxito de culto.
Con una voz inconfundible y un ingenio que desarmaba a sus víctimas, logró transformar lo cotidiano en situaciones hilarantes. Su humor, lejos de buscar la ofensa, encontraba en el absurdo y la creatividad una manera de conectar con su audiencia.
El arte de la broma telefónica
Sus bromas eran un espectáculo de improvisación, donde cada palabra parecía calculada para generar la reacción más inesperada. En una época previa a la masificación de las redes sociales, su arte dependía exclusivamente del boca a boca y de los casetes que circulaban de mano en mano.
A pesar de la naturaleza irreverente de sus bromas, nunca cruzó el límite hacia la crueldad. Su humor era un reflejo de su inteligencia y sensibilidad, atributos que le permitieron mantenerse vigente durante más de cinco décadas.
Un legado que sigue vivo
Sus grabaciones, ahora disponibles en plataformas digitales, continúan arrancando carcajadas a quienes las descubren por primera vez. Para muchos, representa un símbolo de un humor genuino, espontáneo y profundamente humano que escasea en el panorama actual.
Julio de Rissio nos dejó físicamente, pero su legado humorístico sigue siendo un faro para comediantes y amantes del humor. El Doctor Tangalanga demostró que la risa, incluso cuando surge de lo más sencillo, tiene el poder de unirnos y recordarnos la importancia de no tomarnos la vida demasiado en serio.