La informalidad laboral: una trampa de pobreza estructural en Argentina
El empleo informal en Argentina continúa siendo un flagelo para la economía y la sociedad. Según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA, durante el primer semestre de 2024, el 59% de los trabajadores informales percibió ingresos por debajo de la línea de pobreza individual, y el 63% de ellos vivió en hogares considerados pobres.
Educación y género, factores claves
La relación entre educación y empleo informal es contundente: apenas el 15% de las personas con estudios universitarios completos trabaja en condiciones irregulares, porcentaje que se eleva al 56,4% entre quienes no completaron la secundaria.
Las brechas de género también son evidentes: el 38,9% de las mujeres trabajadoras se encuentra en la informalidad, superando el 34,2% registrado en hombres. Por su parte, los jóvenes son los más afectados, con un alarmante 64% de empleo informal, seguidos por los mayores de 65 años, con un 47,9%.
Sectores más afectados
El servicio doméstico lidera la lista de sectores con mayor informalidad, alcanzando el 76,3%. Le sigue la construcción, con un 67,3%, mientras que el comercio, aunque menos informal porcentualmente (47,3%), concentra el mayor número absoluto de trabajadores no registrados.
Las empresas pequeñas también son un foco de informalidad: en aquellas con hasta cinco empleados, el 75,2% de los contratos no están registrados, cifra que desciende drásticamente al 10,9% en empresas con más de 40 asalariados.
Impacto en los ingresos
La brecha salarial entre trabajadores formales e informales es significativa. En promedio, los informales perciben un 46% menos que sus pares formalmente contratados. Esta desigualdad se intensifica en los sectores de menores ingresos: el 83,3% de los asalariados del quintil más bajo son informales, mientras que en el quintil de mayores ingresos esta cifra es apenas del 6,2%.
La urgente necesidad de cambios estructurales
El panorama evidencia cómo la informalidad no solo perpetúa la pobreza, sino que también erosiona las posibilidades de desarrollo a largo plazo. Políticas públicas orientadas a la regularización laboral, acompañadas de incentivos para pequeñas empresas y programas de capacitación, son esenciales para enfrentar este desafío estructural.
La economía argentina necesita con urgencia superar este círculo vicioso que atrapa a millones en la precariedad y limita el crecimiento sostenible.