Inseguridad alimentaria: un indicador de pobreza real en Argentina

El Ministerio de Capital Humano anunció recientemente que la pobreza en Argentina cayó al 38,9% en el tercer trimestre de 2024. Sin embargo, informes de la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Universidad de Buenos Aires (UBA) exponen un incremento alarmante de la inseguridad alimentaria y la indigencia, sugiriendo una realidad más crítica.

Según la UCA, más del 30% de los niños viven en hogares donde la calidad o cantidad de alimentos es insuficiente debido a la falta de ingresos. Este fenómeno alcanza los niveles más altos de la última década, superando incluso los registros de la pandemia.

La UBA aporta datos aún más alarmantes: en el último año, la indigencia creció un 131%, pasando de 2,6 millones a más de 6 millones de personas, mientras que los pobres aumentaron un 43,3%. Esto refleja que muchas personas han caído de la pobreza a la indigencia, exacerbando la vulnerabilidad social.

Aunque el gobierno atribuye la disminución de la pobreza a la desaceleración inflacionaria, expertos como Agustín Salvia, de la UCA, cuestionan la metodología. «La pobreza medida por ingresos no refleja las múltiples privaciones que enfrentan los hogares», afirmó, destacando la inseguridad alimentaria como un indicador más confiable.

Este indicador clasifica en dos niveles: inseguridad alimentaria moderada, cuando los hogares reducen calidad o cantidad de alimentos, e inseguridad severa, donde las personas pasan días sin comer. Ambos niveles están en aumento, evidenciando que muchas familias priorizan gastos fijos sobre la nutrición.

La pobreza estructural, estimada en un 35%, plantea un desafío persistente. Sin crecimiento económico, generación de empleo y políticas integrales, las brechas sociales seguirán ampliándose. Diseñar estrategias que aborden todas las dimensiones de la pobreza es crucial para enfrentar esta crisis.