Hábitos «extraños» pero efectivos para una vida centenaria

El reino animal y las llamadas «zonas azules» revelan cómo ciertos hábitos pueden extender la vida. En regiones como Okinawa (Japón) y Nicoya (Costa Rica), los centenarios comparten prácticas que desafían lo convencional, destacándose por su sencillez y efectividad.

Uno de los pilares es la alimentación basada en plantas. Las dietas predominan en verduras, legumbres, granos y nueces, con consumo limitado de carne. Los alimentos frescos y poco procesados caracterizan sus mesas, favoreciendo un estilo de vida saludable.

La actividad física también es clave. En lugar de rutinas estrictas, estas personas realizan movimientos naturales como jardinería o caminatas. Este enfoque no solo promueve la salud física, sino también el bienestar mental.

El aspecto social tiene un rol fundamental. En las zonas azules, los lazos familiares y comunitarios son fuertes, proporcionando apoyo emocional y un sentido de pertenencia que reduce el estrés y fomenta la longevidad.

Otro hábito destacado es el «ikigai» o razón de ser. Tener un propósito claro, como cuidar a los nietos o participar en actividades comunitarias, mantiene a las personas motivadas y con actitud positiva.

La reducción del estrés es una práctica común. A través de la meditación, la oración o simplemente una siesta, estas personas manejan mejor las tensiones diarias. Además, las comunidades religiosas ofrecen un entorno estable y un espacio para reflexionar.

Finalmente, el entorno natural juega un papel crucial. El acceso constante a la naturaleza, combinado con bajos niveles de contaminación y delincuencia, contribuye significativamente al bienestar general.

Estos hábitos, aunque «extraños» para algunos, son replicables y representan una hoja de ruta para quienes buscan una vida más larga y plena. Integrarlos en la rutina diaria puede marcar la diferencia entre una existencia promedio y una extraordinaria.