El impacto del cierre del Hospital Laura Bonaparte: una crisis en la salud mental

La decisión del Gobierno de cerrar el Hospital Nacional de Salud Mental Laura Bonaparte ha generado una fuerte reacción entre los trabajadores y la comunidad. El hospital, que atiende a miles de pacientes, dejará de brindar servicios esenciales.

El Hospital Nacional de Salud Mental Laura Bonaparte, un centro de referencia en salud mental y adicciones en Argentina, enfrenta un inminente cierre. La noticia fue comunicada a los 612 trabajadores por el director de la institución, Christian Baldino, y ha generado una ola de protestas y preocupación en el ámbito de la salud. El cierre afectará no solo a los pacientes, sino también a un equipo interdisciplinario de profesionales que brindan servicios esenciales. El decreto oficial que confirmaría el cierre total podría publicarse este lunes.

El anuncio del cierre del Hospital Laura Bonaparte ha conmocionado tanto a los trabajadores como a los pacientes. Este centro de salud mental ha sido un pilar para miles de personas que, a lo largo de los años, han encontrado en sus servicios un espacio para el tratamiento integral de sus enfermedades. Sin embargo, la medida del Gobierno contempla la clausura del servicio de guardia y de internaciones durante el fin de semana como primer paso hacia su cierre definitivo.

Victoria Argañaraz, terapista ocupacional y trabajadora del hospital, expresó su preocupación en una entrevista con C5N: «Esta noticia nos afecta profundamente, tanto a los pacientes como a nosotros, los trabajadores. Hay contratos que vencieron el 1° de octubre y ahora enfrentamos la incertidumbre de nuestro futuro laboral».

Durante este viernes, los trabajadores realizaron una asamblea general en la que decidieron no abandonar sus puestos de trabajo y convocaron a la comunidad a sumarse a la protesta. Una segunda asamblea se realizó por la tarde para discutir las acciones a seguir. Mientras tanto, la atención a los pacientes continúa, pero con la incertidumbre de qué sucederá con ellos una vez que el hospital cierre sus puertas definitivamente.

Desde el Ministerio de Salud, fuentes oficiales señalaron que el hospital estaba subutilizado en función de su capacidad, y justificaron la medida mencionando que, a pesar de recibir un presupuesto de $16.800 millones, la ocupación de pacientes era muy baja. Según los datos proporcionados por el Ministerio, el hospital tenía un promedio de 30 pacientes internados, un número significativamente inferior a lo esperado para una institución de su envergadura. Además, aclararon que los pacientes actuales serían derivados a otras instituciones y no se verían afectados por el cierre.

Sin embargo, esta explicación no ha sido suficiente para calmar las preocupaciones. El hospital no solo es un centro de atención médica, sino también un espacio de inclusión laboral y de apoyo para comunidades vulnerables, como la población trans. La reciente reincorporación de una trabajadora trans que había sido despedida injustamente destaca el rol que este hospital juega en la promoción de la igualdad y la justicia social.