A 48 años de la trágica «Noche de los Lápices»

En 1976, en plena dictadura cívico-militar, seis adolescentes fueron secuestrados en La Plata por reclamar el derecho al boleto estudiantil. Este brutal acto marcó el inicio de la trágica "Noche de los Lápices", una herida imborrable en la memoria colectiva.

El 16 de septiembre de 1976, un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado por los “grupos de tareas” de la dictadura cívico-militar argentina en la ciudad de La Plata. Estos jóvenes, comprometidos con la lucha por sus derechos, reclamaban algo tan esencial como el boleto estudiantil. Aquella fatídica noche fue el comienzo de una serie de secuestros que, en los días siguientes, alcanzó a otros cuatro adolescentes, todos militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).

La «Noche de los Lápices» simboliza uno de los episodios más oscuros de la represión que caracterizó a la dictadura entre 1976 y 1983. Los estudiantes secuestrados fueron trasladados a centros clandestinos de detención, donde sufrieron brutales torturas en manos de las fuerzas represivas. Sus nombres —Claudio de Acha, Horacio Ungaro, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, y otros— resuenan en la memoria de quienes los recuerdan como víctimas de un régimen que no toleraba la disidencia, ni siquiera entre los jóvenes.

Estos adolescentes, cuyas edades oscilaban entre los 16 y 18 años, representaban una generación comprometida, que defendía con valentía sus derechos a pesar del peligro que esto implicaba. El boleto estudiantil, que facilitaba el acceso a la educación, fue el reclamo inicial de estos jóvenes, pero lo que estaba en juego era mucho más que eso: se trataba de su libertad, de sus ideales y de su resistencia a un régimen opresor.

De los diez estudiantes secuestrados, solo cuatro lograron sobrevivir y pudieron contar los horrores de aquellos días. Los demás fueron asesinados en las sombras de la dictadura, sus cuerpos desaparecidos, convirtiéndose en símbolo del ensañamiento contra una generación que luchaba por un país más justo. La brutalidad de la «Noche de los Lápices» evidenció que el terrorismo de Estado no distinguía entre edades ni motivos, eliminando a quienes representaban una amenaza a su estructura de poder.

Hoy, cada 16 de septiembre, la memoria de estos jóvenes se mantiene viva en las marchas y homenajes que se realizan en todo el país. La lucha por los derechos humanos y el reconocimiento de las víctimas de la dictadura continúan siendo un pilar de la construcción de la democracia en Argentina. La “Noche de los Lápices” no es solo una lección de historia, sino una advertencia sobre los peligros de olvidar y un recordatorio de la importancia de la justicia, la memoria y la verdad.