Exodo empresarial: multinacionales ceden marcas emblemáticas en respuesta a la crisis económica en Argentina
El retiro de grandes firmas extranjeras deja a cargo a empresarios locales de reconocidas marcas de consumo masivo.
En los últimos años, una creciente lista de multinacionales ha decidido abandonar el mercado argentino, cediendo el control de marcas icónicas a empresas locales. Este éxodo responde a la compleja situación económica del país, que ha llevado a compañías como Procter & Gamble (P&G) y Clorox a replantear su presencia en la región, transfiriendo operaciones y licencias a empresarios nacionales.
La salida de P&G, anunciada en 2023, marcó un hito en este proceso. La empresa vendió su negocio a Newsan S.A., un gigante de la tecnología de Tierra del Fuego, en un acuerdo que le permitió ingresar al segmento de consumo masivo. Este traspaso incluyó marcas emblemáticas como Pampers, Gillette y Pantene, junto con la planta de producción en Villa Mercedes y las oficinas generales en Munro. El acuerdo también abarcó la comercialización de otros productos reconocidos como Head & Shoulders, Downy y Vick.
En paralelo, Clorox optó por vender sus operaciones en Argentina a Apex Capital, una firma centroamericana del Grupo Mariposa enfocada en empresas de consumo masivo en las Américas. Esta transacción incluyó la marca de limpieza Ayudín, además de otras como Poett, Trenet y Mortimer. A pesar de su presencia histórica en el país, Clorox decidió retirarse debido al entorno económico adverso, dejando a Apex Capital la tarea de mantener la producción y los empleos locales.
La tendencia de retiro no es exclusiva de estas compañías. Marcas icónicas como Duracell, Oral-B, y DirecTV también han cambiado de manos en operaciones similares. Duracell, que solía pertenecer a P&G, fue vendida en 2016 a Berkshire, líder en el mercado local con un 42% de participación según datos de Nielsen. Mientras tanto, DirecTV pasó a ser propiedad del grupo argentino Werthein, en una operación regional que incluyó negocios en Argentina, Chile, Colombia, y Brasil.
Empresas europeas y norteamericanas, enfrentadas con la recesión y los desafíos políticos en Argentina, han seguido un patrón similar: retirarse y transferir sus operaciones a jugadores locales. La alemana Edding, por ejemplo, vendió su filial argentina por un simbólico dólar al grupo Mendizábal, conocido por su rol en la distribución de marcas internacionales como Philips y Unilever.
La estrategia detrás de estos movimientos va más allá de un simple repliegue. Las multinacionales buscan minimizar riesgos financieros y de gestión, delegando en manos locales la continuidad de marcas que, aunque consolidadas, no justifican su permanencia directa en un mercado turbulento como el argentino. Esta dinámica refleja no solo la gravedad de la crisis económica, sino también un cambio en la estructura del mercado de consumo masivo en el país.
Con la permanencia de centros de investigación y desarrollo, así como de oficinas corporativas, las empresas mantienen una base operativa en Argentina, aunque bajo una nueva modalidad: operar a través de licencias y acuerdos de distribución con socios locales que aseguren la continuidad del negocio y la preservación de puestos de trabajo.