El consumo de carne en Argentina cae a su nivel más bajo en 30 años

La crisis económica y la pérdida del poder adquisitivo obligan a los argentinos a cambiar su dieta, optando por alternativas más económicas como el pollo y el cerdo.

Argentina, reconocida mundialmente por su producción y consumo de carne vacuna, enfrenta un cambio significativo en los hábitos alimentarios de su población. La crisis económica ha llevado a una reducción notable en el consumo de carne vacuna, registrando su nivel más bajo en los últimos 30 años. Este fenómeno se debe principalmente a la pérdida del poder adquisitivo, lo que ha impulsado a los consumidores a buscar opciones más económicas como el pollo y el cerdo.

Según Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), la caída en el consumo de carne vacuna es un reflejo directo de la disminución del poder adquisitivo. «El consumo de carne cayó, pero también el consumo de alimentos en general. La pérdida del poder adquisitivo afecta a todos los productos de la canasta básica,» explicó Schiariti. Este cambio no solo impacta en el consumo de carne, sino también en la compra de otros alimentos esenciales.

La retracción del consumo de carne vacuna ha llevado a los consumidores argentinos a optar por productos sustitutos más asequibles. El pollo y el cerdo se han convertido en las principales alternativas, ofreciendo una opción más económica para las familias que enfrentan la crisis. Este cambio en la dieta refleja una adaptación a las circunstancias económicas actuales y un esfuerzo por mantener una alimentación balanceada dentro de las limitaciones presupuestarias.

Pese a esta tendencia, la industria frigorífica vacuna ha mostrado algunos signos de recuperación. En mayo, se observó una mejora en la actividad comparada con el mes anterior. Sin embargo, el nivel de actividad sigue estando por debajo del registrado el año pasado. Factores climáticos que llevaron a una liquidación de vientres y a la venta anticipada de hacienda han afectado la disponibilidad de animales para faenar este año, complicando aún más la situación.

A pesar de la caída en el consumo interno, las exportaciones de carne vacuna han mostrado un desempeño positivo en el primer cuatrimestre de 2024. Entre enero y abril, la industria frigorífica exportó 212,8 mil toneladas de carne vacuna, un incremento del 22,2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Los ingresos generados por estas exportaciones sumaron 906,2 millones de dólares, superando en un 5,1% los ingresos del año pasado, aunque este aumento se debe al crecimiento en las cantidades exportadas, ya que el precio promedio descendió un 14% anual.

Durante abril de 2024, se exportaron 48,9 mil toneladas de carne vacuna (excluyendo los envíos de huesos con carne), registrándose una caída mensual del 10,2%. Esta fue la segunda baja consecutiva, después de una disminución del 3,6% en marzo. No obstante, el total exportado fue un récord para el mes, con un crecimiento interanual del 13,4%. En esta ocasión, el crecimiento fue impulsado principalmente por las ventas a Israel, EE.UU., Chile y México, mientras que China, tradicionalmente un gran comprador, casi no ejerció tracción.

El valor del kilo vivo ha experimentado una baja, afectando directamente a los productores. Entre abril y mayo de 2024, el precio del kilo vivo de la categoría vaca cayó un 2,1%, acumulando una retracción del 14,3% en los últimos tres meses. Esta baja en los precios refleja la disminución de la demanda interna y los desafíos económicos que enfrentan tanto los productores como los consumidores.

El panorama para la industria cárnica argentina es incierto. La disminución del poder adquisitivo y los cambios en los hábitos de consumo plantean desafíos significativos para los productores de carne vacuna. Al mismo tiempo, las exportaciones ofrecen una vía de escape, pero no compensan completamente la caída en el consumo interno. La industria necesita adaptarse a estos cambios, buscando formas de reducir costos y mejorar la eficiencia para mantener su competitividad en un mercado global.

El consumo de carne en Argentina está en un punto crítico, afectado por una combinación de factores económicos y cambios en los hábitos de consumo. La adaptación a productos más económicos como el pollo y el cerdo es una respuesta a la pérdida del poder adquisitivo, reflejando la resiliencia de los consumidores en tiempos de crisis. La industria cárnica enfrenta un desafío doble: mantener la viabilidad económica en un mercado interno en declive y aprovechar las oportunidades de exportación en un mercado global competitivo. La evolución de esta situación dependerá en gran medida de la capacidad de adaptación de la industria y de las políticas económicas que se implementen para fortalecer el poder adquisitivo de los argentinos.