Crisis del gas: Gobierno y distribuidoras en disputa por la importación de GNL
La falta de consenso entre el Gobierno y las distribuidoras sobre quién asumirá el alto costo del gas importado deja a Argentina al borde de una crisis energética en pleno invierno. Con dos subastas desiertas y cortes de suministro en estaciones de GNC, la necesidad de una decisión urgente es crucial.
Con la llegada del invierno, la demanda de gas en Argentina aumenta significativamente. Sin embargo, este año, el país enfrenta una grave incertidumbre. El alto costo del Gas Natural Licuado (GNL) importado, que triplica el precio del gas local, ha generado un enfrentamiento entre el Gobierno y las distribuidoras. Ninguna de las partes quiere asumir el sobrecosto, y ya se han dejado desiertas dos subastas de gas. En un escenario donde la demanda residencial de gas crece, el riesgo de desabastecimiento se torna cada vez más real.
Una encrucijada energética
Durante el invierno, la producción local de gas en Argentina no es suficiente para satisfacer la demanda aumentada por el uso residencial. Históricamente, el país ha tenido que recurrir a la importación de GNL para cubrir este déficit. Enarsa, la empresa estatal encargada de estas importaciones, enfrenta actualmente un gran desafío debido a los elevados precios del GNL en el mercado internacional. El costo de este gas importado se sitúa en 12,9 dólares por millón de BTU, mientras que el precio del gas local es significativamente menor.
La Secretaría de Energía, dirigida por Eduardo Rodríguez Chirillo, ha dejado claro que no se trasladará este sobrecosto a las tarifas, al menos por ahora. Sin embargo, el ministro de Economía, Luis Caputo, tampoco está dispuesto a aumentar los subsidios estatales para cubrir esta diferencia. Este dilema ha llevado a que las distribuidoras se nieguen a participar en las subastas de gas, ya que no pueden asumir estos costos sin un ajuste tarifario.
Subastas desiertas y resistencia de las distribuidoras
En abril, Enarsa organizó una subasta a través del Mercado Electrónico del Gas (MEGSA) para adquirir el GNL necesario. Sin embargo, esta subasta quedó desierta debido a la falta de interés de las distribuidoras, quienes consideran inviable asumir los costos elevados sin poder trasladarlos a los consumidores. Una segunda subasta realizada el 13 de mayo también resultó desierta, enviando un claro mensaje al Gobierno: las distribuidoras no están dispuestas a absorber estos sobrecostos.
El conflicto se agrava con la llegada del invierno, ya que la demanda de gas natural comprimido (GNC) en hogares aumenta. Según fuentes del sector gasífero, ya se están observando cortes en los contratos interrumpibles de varias estaciones de GNC en diferentes partes del país, lo que indica un suministro insuficiente para la demanda creciente.
Implicaciones para los consumidores
La falta de acuerdo entre el Gobierno y las distribuidoras tiene repercusiones directas para los consumidores. Con el aumento de la demanda de gas en los meses más fríos, el riesgo de desabastecimiento se convierte en una preocupación seria. Los hogares, que dependen del gas para calefaccionarse, podrían enfrentar cortes de suministro en pleno invierno, lo que agravaría la situación de muchas familias.
El problema radica en la diferencia significativa entre el costo del gas importado y el precio que pueden trasladar las distribuidoras a las tarifas. Incluso con un ajuste tarifario que lleve el precio del gas de 2,7 a 4,5 dólares por millón de BTU, la diferencia sigue siendo considerable. Sin subsidios adicionales del Estado, las distribuidoras no tienen margen para asumir estos costos.
Opciones limitadas y la necesidad de una solución
El Gobierno tiene tres opciones principales: aumentar las tarifas para que los consumidores asuman parte del sobrecosto, volver a subsidiar la importación de gas o encontrar un acuerdo con las distribuidoras para repartir los costos de manera equitativa. Cada opción presenta sus propios desafíos y costos políticos.
Aumentar las tarifas es una medida impopular, especialmente en un contexto de alta inflación y pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, mantener los precios actuales sin subsidios adicionales podría llevar a un colapso del suministro de gas. La tercera opción, un acuerdo con las distribuidoras, requiere negociaciones que hasta ahora no han dado frutos.
Según el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, la proyección es importar 30 buques de GNL, con un costo total de 1.200 millones de dólares. La falta de financiamiento adecuado para estos cargamentos podría resultar en una crisis energética durante el invierno.
Desafíos y decisiones críticas para el invierno
Argentina se encuentra en una encrucijada energética con la llegada del invierno. La falta de consenso sobre quién asumirá el alto costo del gas importado amenaza con desabastecer a millones de argentinos en los meses más fríos del año. Con dos subastas de gas desiertas y la negativa tanto del Gobierno como de las distribuidoras a asumir los costos adicionales, es crucial que se tomen decisiones rápidas y efectivas. La capacidad del Gobierno y del sector energético para negociar y encontrar una solución sostenible será determinante para asegurar un suministro energético estable durante este invierno. La innovación y la colaboración se presentan como las únicas vías para superar este desafío y evitar una crisis que afecte gravemente a la población.