Cuatro sencillos trucos japoneses para dormir bien
Olvídate de las noches en vela y aprende cómo disfrutar de un sueño tranquilo.
¿Hay alguna sensación más frustrante que la de querer dormir y no conseguirlo? Mientras los minutos no dejan de pasar, nosotros seguimos dando vueltas en la cama pensando en las horas que nos quedan para que suene el despertador y lo cansados que estaremos mañana.
En ese momento solo quedan dos opciones, levantarnos y hacer algo tan soporífero que permita que nos entre sueño, o seguir en la cama dando vueltas hasta que por fin caigamos en los brazos de Morfeo.
Pero, ¿y si te decimos que hay una fórmula japonesa para quedarte frito en cuatro sencillos pasos?
El doctor de la Universidad de Stanford Seiji Nishino, un japonés que lleva 30 años investigando sobre el sueño, podría tener las claves para que podamos reconciliarnos con las sábanas.
El arte del descanso
En su libro ‘El arte del descanso’, el japonés explica un innovador método para intentar solucionar cualquier problema relacionado con el insomnio, el cansancio, el madrugar y las horas de sueño insuficientes. Todo ello para lograr un descanso satisfactorio y de calidad que nos permita gozar de buena salud. A continuación explicamos cuatro de las recomendaciones de Nishino para caer en un sueño profundo.
Date un baño antes de acostarte: El japonés explica que entre el sueño y la vigilia existe una diferencia fundamental que radica en los cambios en la temperatura interna del cuerpo. Al dormir, los grados descienden debido a la baja actividad de los órganos; cuando estamos despiertos, se incrementan.
Una buena manera de facilitar la calidad del sueño es aumentar la temperatura externa o la temperatura de la piel. Para ello, Nishino sugiere que tomemos un baño caliente de 15 minutos. La temperatura interna de nuestro cuerpo tarda aproximadamente 90 minutos en recuperarse del aumento de 0,5 ºC que se producirá durante el baño, coincidiendo con nuestro primer ciclo circadiano.
El ejercicio también es una buena manera de desencadenar un aumento de la temperatura corporal interna, pero la estimulación cerebral resultante puede inhibir la calidad del sueño.
Usa pijamas transpirables: La calidad del sueño es inducida por una disminución gradual de la temperatura corporal interna. Nada de abrigarnos con mantas gruesas o pijamas polares, pues el denso tejido evitará que nuestros cuerpos se enfríen cuando sea necesario, y ese calor residual atrapado en nuestros cuerpos conducirá a un sueño de baja calidad.
En lugar de envolverte en capas, usa un pijama transpirable y ajusta la temperatura de la habitación para que resulte cómoda pero ligeramente más fresca. Eso sí, hagas lo que hagas, no duermas con los calcetines puestos.
Mantén un ambiente de sueño constante: ¿La primera noche fuera de casa en un entorno desconocido (en un viaje, en una casa ajena…) te ha producido falta de sueño o aturdimiento al despertar? En un ambiente que no conoces, el cerebro tiende a mantener un cierto nivel de vigilia para protegernos de depredadores e imprevistos.
Esta lógica es la que debemos aplicar en el hogar. Tenemos que asegurarnos de que el entorno no tiene muchas variables, ya que el cerebro se siente más cómodo cuando registra un dormitorio familiar (tu cama, tu almohada, tu mesilla con libros, tus muebles familiares…).
Abraza la monotonía: El profesor Nishino afirma que la luz azul emitida por las pantallas LCD no tiene implicaciones tan profundas como muchos estudios sugieren. Lo que de verdad inhibe el sueño es la estimulación cerebral que ocurre con lo que consumimos en dicha pantalla.
¿Por qué? El cerebro mantiene un cierto nivel de vigilia después de haber sido activado o estimulado. Por ello, tómate un momento para preparar la ropa del día siguiente, cuida la piel de la cara, abre un libro (¡ojo! que su lectura no te estimule como una novela de misterio, porque sería contraproducente).