Esta semana la revista científica Science difundió el descubrimiento en la Amazonía ecuatoriana de un gran sistema de pequeñas ciudades prehispánicas caracterizadas por plataformas y plazas conectadas por grandes caminos rectos.
La investigación, liderada por el arqueólogo francés Stéphen Rostain del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), presenta pruebas de una civilización de base agraria que comenzó hace 2.500 años en el valle de Upano, en el Ecuador amazónico, una región situada en las estribaciones orientales de la cordillera de los Andes.
El trabajo de campo de más de 20 años y el análisis de imágenes tomadas desde aviones con tecnología láser, revelaron el urbanismo agrario de baja densidad más antiguo y extenso documentado hasta ahora en la Amazonia, reportó la agencia de noticias científicas SINC.
El estudio documentó más de 6.000 plataformas de tierra rectangulares antropogénicas y estructuras de plaza conectadas por senderos y caminos, rodeadas por tierras agrícolas, con canales y drenajes fluviales, dentro de una extensa área selvática de unos 300 kilómetros cuadrados.
Los autores identificaron al menos 15 asentamientos distintos de diversos tamaños basados en agrupaciones de este tipo de estructuras, pero destacan, sobre todo, la extensa y compleja red de rutas que se extiende a escala regional a lo largo de decenas de kilómetros, uniendo los centros urbanos y el entorno circundante.
Las excavaciones arqueológicas indican que la construcción y ocupación de las plataformas y carreteras se produjo aproximadamente entre los años 500 a. C. y del 300 al 600 d.C.
Este desarrollo fue llevado a cabo por grupos de las culturas Kilamope y posteriormente Upano, y es comparable a sistemas urbanos mayas de regiones centroamericanas de México y Guatemala.
“Estos descubrimientos son otro vivo ejemplo de la subestimación del doble patrimonio de la Amazonia: ambiental pero también cultural, y por tanto, indígena”, apunta el equipo de Rostain que, como otros muchos autores, considera que es “crucial revisar a fondo nuestras ideas preconcebidas sobre el mundo amazónico y reinterpretar contextos y conceptos a la luz de una ciencia inclusiva y participativa”, concluyó.