A pesar de los 17 años de impunidad, un fiscal inició una nueva investigación
El femicidio de Nora Dalmasso, ocurrido el 26 de noviembre del 2006, estuvo rodeado de prejuicio, suposiciones y malas líneas de investigación.
Diecisiete años después del femicidio de Nora Dalmasso, ocurrido el 26 de noviembre del 2006 en su casa de la ciudad cordobesa de Río Cuarto, un fiscal inició una nueva investigación tras el juicio que absolvió al viudo Marcelo Macarrón y aguarda el resultado de un «mapeo y trazabilidad» de 45 muestras genéticas, con la intención de identificar al autor del crimen, cuyo ADN quedó en la bata que llevaba puesta la víctima al momento del ataque.
Si bien la causa ya prescribió por la cantidad de años que transcurrieron, el Tribunal que el año pasado absolvió a Macarrón (62), quien había llegado a juicio como instigador del «homicidio calificado por el vínculo, alevosía, y precio o promesa remuneratoria» de su esposa, ordenó remitir el expediente a la fiscalía general para que se designe a un nuevo fiscal que haga un reinvestigación con las pruebas que ya están incorporadas.
«La víctima tiene el derecho a que se determine la verdad aunque el delito haya prescripto», había reclamado el fiscal de Cámara Julio Rivero al tribunal de la Cámara del Crimen 1 de Río Cuarto que tuvo a su cargo el juicio por jurados.
En los fundamentos del 5 de julio de 2022, el tribunal coincidió con el fiscal Rivero en que «no se pudo sostener la acusación» contra el viudo y señaló que «no la mató un sicario. Fue víctima de femicidio y de violencia de género (figuras penales inexistentes al momento del hecho). La mató una sola persona conocida por ella», y que previo al asesinato «hubo acto sexual consentido».
El ADN del asesino en la cinta de la bata
Para el fiscal Rivero, «el ADN del asesino de Nora está en el cinto de la bata» que se utilizó para asfixiarla y matarla, y que se trata de un ADN «desconocido, que hay que identificar».
En ese contexto, el expediente quedó en manos del fiscal de Primer Turno de Río Cuarto, Pablo Jávega, quien manifestó a Télam que en el primer semestre de este año se comenzó a analizar la causa y se estableció la logística operativa del trabajo.
Junto al fiscal trabaja personal del Centro de Genética Forense (CGF), que depende del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), la Policía Judicial, el Ministerio Público Fiscal (MPF) y la Dirección de Investigación Operativa (DIO).
«En el segundo semestre, comenzamos con el mapeo de las muestras genéticas» que se remitieron al CGF para cotejar con el ADN que fue posible elaborar con material levantado de la bata que tenía puesta la víctima al momento de ser atacada.
«El fin es tratar de identificar a quien o quienes podrían haber tenido participación directa en relación a los hechos», manifestó el funcionario judicial.
En ese sentido, dijo que en esta instancia se trabaja con la trazabilidad de unas 45 muestras que «corresponden a aportantes de familiares de la víctima, del círculo de amistades, personas afines al domicilio y por concurrencia episódica».
El fiscal Jávega aguarda los resultados de esos análisis comparativos que están en pleno proceso.
Con respecto a las pruebas materiales tomadas en el escenario de crimen y que, durante el juicio, fueron cuestionadas por su «manipulación y precariedad» en cuanto a la preservación, el fiscal Jávega aún no resolvió si ordenará un nuevo análisis.
«Transcurridos ya 17 años, muchas se han desnaturalizado con el paso del tiempo» y probablemente no estén en condiciones para nuevos estudios», explicó.
En este proceso, que hasta el momento tiene como único querellante a Facundo Macarrón, el fiscal pretende «saber lo que pasó, cómo pasó y quiénes participaron», y que si esas circunstancias arrojan elementos relevantes posteriormente «se evaluará si existe alguna causal para interrumpir o suspender el plazo de prescripción».
Bajo consignas como «Ni Una Menos», miles marcharon en varias ciudades de Argentina, al tiempo que advirtieron sobre un retroceso en las políticas de género bajo el próximo gobierno del ultraliberal Javier Milei.
El centro de Buenos Aires fue escenario hoy de una marcha masiva hacia la Casa Rosada, manifestación que se convirtió en repudio a Milei y a su plan de campaña de eliminar el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad.
«Nos asusta mucho la afirmación del presidente electo Milei de que ‘la violencia no tiene género’. Partiendo desde ahí, nos preocupa todo», dijo a AFP Marcela Morera, de 52 años, madre de Julieta, una víctima de femicidio cuando tenía 22 años.
En Brasil, la famosa playa de Copacabana, en Río de Janeiro, amaneció hoy con pares de zapatos de mujer (tacones altos, zapatillas deportivas, etcétera), cada uno frente a un nombre femenino para alertar sobre los 722 feminicidios en 2022 en Brasil, un país de 203 millones de habitantes.
Se trata de la mayor cifra de feminicidios registrados desde 2019, según la ONG «Forum Brasileiro de Segurança Pública».
El fiscal, de todas maneras, no se puso plazos para su investigación, ya que se trata de una causa «muy compleja».
La muerte de Nora Dalmasso
De acuerdo a los datos de la causa, Nora fue encontrada asesinada en la madrugada del 26 de noviembre de 2006 en su casona del exclusivo barrio Villa Golf de Río Cuarto, en el sur de la provincia de Córdoba, donde residía con su esposo Macarrón, con quien tenía dos hijos, Facundo quien por entonces vivía en la capital provincial, y Valentina, que para esa fecha estaba de viaje.
Durante la investigación se siguieron varias hipótesis: un crimen producido durante un juego sexual; un abuso sexual seguido de muerte; y un asesinato por encargo, en tanto las pericias determinaron que Nora murió por asfixia por estrangulamiento y su cuerpo semidesnudo quedó tendido en la cama de su hija.
En el transcurso de la causa investigaron cinco fiscales, con distintas hipótesis, y fueron imputados, además del viudo, el exasesor del Gobierno cordobés Rafael Magnasco, el pintor Gastón Zárate -a quien se lo llamó popularmente «el perejil»- y Facundo Macarrón, aunque todos ellos fueron finalmente sobreseídos.
Los peritos hallaron en la escena del crimen el patrón genético del linaje Macarrón (haplotipo Y) y ese elemento fue utilizado primero para acusar a Facundo y posteriormente para apuntar al viudo, quien siempre reconoció que antes de viajar había tenido relaciones sexuales con su esposa.
El «perejil»
En tanto, por el «perejil» Zárate, los vecinos de Río Cuarto realizaron marchas en su favor cuando estuvo unos días detenido, y fue desvinculado del crimen más rápidamente que el hijo de Nora, cuyo sobreseimiento demoró seis años.
Macarrón fue procesado en marzo de 2016 por el anterior fiscal Daniel Miralles, quien inicialmente puso en duda la coartada de que se encontraba en un torneo de golf en Punta del Este cuando ocurrió el asesinato y lo acusó de «homicidio calificado por el vínculo» solamente.
Cuando el fiscal Pizarro se hizo cargo de la causa modificó la hipótesis y consideró que el viudo contrató un sicario para matar a su esposa mientras él estaba ausente en su viaje por Uruguay, del cual fue sobreseído el año pasado.