Los efectos de la recuperación de la capa de ozono serán visibles a partir de 2030
Así lo informaron científicos argentinos, en base a un trabajo de la ONU donde se destacó que la mejoría se dará gracias a la eliminación progresiva de alrededor del 99% de las sustancias prohibidas.
Científicos argentinos afirmaron este martes que se verán «signos más visibles en la recuperación de la capa de ozono a partir de 2030», al ser consultados sobre el informe de la ONU en el que se alentó una recuperación para el 2066 gracias a la prohibición del uso de sustancias químicas con el objetivo de mitigar este daño y disminuir la exposición humana a los rayos solares.
En el informe de evaluación cuatrienal del Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal, respaldado por las Naciones Unidas (ONU), se confirmó que la eliminación progresiva de alrededor del 99% de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono logró su protección.
En este sentido, un grupo de expertos respaldados por la ONU señalaron en la 103ª reunión anual de la Sociedad Meteorológica de los Estados Unidos, que la capa de ozono está en camino a recuperarse en los próximos 40 años con la eliminación progresiva de las sustancias químicas que la dañan.
Entre estos compuestos se encuentran los clorofluorocarburos (CFC), que se consideran «las principales sustancias que destruyen la capa de ozono que venía usando las industrias hasta 1980, cuando se empezó a sospechar que el cloro que utilizaban llegaba a la estratosfera, destruyendo la capa de ozono», señaló a Télam Gerardo Carbajal Benítez, investigador en fisicoquímica de la Atmósfera en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Por su parte, Pablo Canziani, doctor en Ciencias Físicas e investigador Principal del Conicet, agregó, en diálogo con Télam, que «la destrucción de la capa de ozono se empezó a observar a principios de la década del 80. Y retrospectivamente, porque no se habían tomado en cuenta las tendencias. Los primeros estudios fueron de Mario Molina y Sherwood Rowland, por un lado y, Paul Crutzen, por otro, en los años 70».
Y agregó que «fueron Rowland y Molina los que postularon el efecto de los CFC sobre la destrucción de la capa de ozono en latitudes medias».
Respecto al «agujero de ozono antártico», Canziani ratificó que se descubrió con datos satelitales, a partir de 1984″.
La firma del protocolo de Montreal, en 1987, posibilitó «la prohibición de uso de las sustancias clorofluorocarbonos y la búsqueda de otros sustitutos más amigables con el ambiente, lo que se consideró el gran éxito por parte de la humanidad para llegar a un acuerdo entre todos los países para proteger la capa de ozono«, explicó, por su parte, Carbajal.
Este investigador destacó que «hay un indicio de recuperación desde el agujero de ozono más grande que se dio en el 2006 hasta la fecha, hay una tendencia avalada por la evidencia científica».
Y agregó que «fue más rápida la degradación que se dio antes del 2006 que la recuperación, pero todo parece indicar que va en buen camino en los últimos tres años».
En este sentido, estas sustancias presentes en la ozonosfera «tienen tiempos de vida media que superan los 50 años, hasta 100 o 120 años, o sea que todavía tenemos un poco más de tiempo para que continúen con la degradación de la capa de ozono».
Canzioni coincidió con esta aseveración, y agregó la diferencia existente entre la capa de ozono de 1980 y la actual: «la de hoy respecto a la 1980 tiene mermas menores que la polar, pero mermas al fin que pueden llegar hasta el 10% en el Hemisferio Sur».
Con respecto a la recuperación, Carbajal sostuvo que «se va por buen camino pero es lento. Se espera en la comunidad empezar a ver los signos más visibles de la recuperación a partir del 2030, y ya en 2050 se espera que volvamos a aproximadamente lo que era la capa de ozono en los años 80, aproximadamente».
En tanto, el informe de la ONU señaló que esta prohibición contribuyó a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación ultravioleta (UV) nociva del sol.
Esto posibilita que la zona de la estratósfera terrestre que contiene una concentración relativamente alta de ozono se recupere en la Antártida para 2066, en el Ártico para 2045, y en el resto del mundo para 2040.
Asimismo, una enmienda aprobada en 2016 al Protocolo de Montreal, confeccionado para la protección de la capa de ozono, exigía la eliminación paulatina del uso de hidrofluorocarburos (HFC), que aunque no dañan el ozono de forma directa sí contribuyen al cambio climático.
«Estas sustancias que destruyen la capa de ozono, principalmente los clorofluorocarburos, tienen átomos de cloro que al llegar a la estratosfera se rompen sus enlaces, liberan cloro, ese cloro actúa como un catalizador y destruye la capa de ozono. Ese cloro puede permanecer desde 30 hasta 120 años en la estratosfera», señaló Carbajal.
Es posible encontrar este tipo de compuesto «en la refrigeración para las heladeras o en los equipos de aire acondicionado. También se usaban mucho en la industria electrónica, en agentes espumantes, aerosoles y perfumes».
«Todo este tipo de industria estaba enfocada en este tipo de de compuestos», sostuvo el investigador.
A su vez, si bien «todos estamos inmersos en esta problemática global», sostuvo Carbajal, los efectos de la degradación de la capa de ozono en el hemisferio sur tienen «un mayor impacto en la zona de la Antártida, cerca de Tierra del Fuego, donde es demasiado grande el agujero».
También en el norte del país, como la zona de los Andes o La Quiaca, en Jujuy, «están recibiendo bastante radiación ultravioleta, no solamente por la degradación del agujero de ozono, sino por la cercanía con los trópicos y la altura».
Entre los efectos de la degradación de la capa de ozono en las personas, el investigador destacó el cáncer de piel y las cataratas, debido a «los efectos a largo plazo que producen la exposición a la radiación ultravioleta».télam