Trasladan a detenidos de una secta a un penal federal mientras buscan a otra dos mujeres prófugas
Los seis detenidos acusados de integrar una secta denominada «Abba Krishna», entre ellos su presunto líder, tras una serie de allanamientos en los partidos bonaerenses de La Matanza y Merlo, durante los cuales se secuestró dinero, armamentos y trajes bacteriológicos, en una investigación que se inició por los delitos de abuso sexual y trata de personas, se negaron a declarar y fueron enviados a un penal federal mientras dure la investigación, informaron hoy fuentes judiciales.
Además, los investigadores buscaban a dos mujeres como sospechosas de haber formado parte de la secta y que estarían dedicadas a captar a las víctimas a la que llevaban al templo para someterlas al sometimiento sexual y a la explotación personal.
La causa se abrió en febrero pasado por una denuncia realizada por la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) y tuvo la intervención de la UFI 1 de Morón.
Según las fuentes, el líder de la secta fue identificado como Aldo F., de 66 años, que se ganaba la voluntad de distintas personas para «poder someterlas a sus designios con una eminente connotación sexual» con la cobertura de supuestas enseñanzas espirituales.
También el acusado declaró ante la Justicia que «las armas encontradas en los allanamientos eran todas de propiedad de la organización y que las tenían porque se preparaba para la llegada del fin del mundo».
«Estamos preparados para la llegada del fin del mundo. Tenemos que defendernos de todo lo que hay en el exterior», solo dijo eso en declaración indagatoria el pai.
La investigación es llevada adelante por la División Trata de Personas de la Policía Federal Argentina (PFA), en la que se estableció que en el templo «Abba Krishna» se desarrollaban actividades vinculadas con el funcionamiento de lo que se conoce como grupos sectarios, con características coercitivas.
El juez Jorge Rodríguez, a cargo del Juzgado Federal 2 de Morón, ordenó siete allanamientos en los que se detuvo inicialmente a cinco personas (entre ellos el líder y sus principales socios), quedando tres prófugas, una de las cuales fue apresada al final del miércoles.
Los detenidos están acusados de los delitos de «trata de personas con fines de reducción a la servidumbre, agravado por haber mediado engaño y abuso de una situación de vulnerabilidad y abuso sexual agravado».
De acuerdo con el relato de una de las víctimas, que denunció abusos por parte del líder de la organización, se logró identificar a parte de la banda que utilizaba un sistema de control para manipular y captar a personas vulnerables «afectando su capacidad de decidir libremente», según consta en la causa.
En ese sentido, «el acusado desplegó un proceso de captación sobre la denunciante (y otras personas) tendiente a seducirla, atraerla y persuadirla, socavando su integridad psicológica, con el claro objeto de someterla sexualmente, para lo cual, se valió de diversas técnicas de persuasión coercitiva».
La denunciante arribó por primera vez al templo «Abba Krishna» con su madre a los 14 años, inmersa en una situación de vulnerabilidad, signada por conflictos familiares que le generaron dificultades en la escuela.
«Deseaba encontrar tranquilidad, y así lo supo desde el primer momento una de las personas de mayor confianza del líder religioso, que fue quien entrevistó a la joven en su primera visita al templo», explicaron los investigadores.
La adolescente fue víctima de violencia sexual en reiteradas ocasiones por parte del líder, quien contó con el consentimiento y complicidad de los adultos de su círculo de confianza.
Luego comenzó a residir en «La Morada de Sita y Rama» también conocida como «la casa de las madres», a propuesta del Líder y tras ser agredida físicamente por la pareja que por entonces tenía su madre.
Allí, la adolescente era obligada a mantener salidas con adultos que iban al lugar. Además, el líder de la secta le pidió que recibiera a «clientes» en departamentos privados de La Matanza con el argumento de que ganaría mucho dinero.
Los investigadores determinaron que las personas que asistían al lugar debían aportar un «diezmo» al «Abba Krishna» en caso de que tuvieran trabajo, e incluso otra denunciante dijo que cuando consiguió empleo llegó a aportar casi la totalidad de su salario al grupo.
Durante los allanamientos se secuestraron también casi 500.000 pesos, armamento (escopetas, pistolas de alto calibre e itakas), municiones y trajes bacteriológicos que vendían a 8.000 dólares la unidad, según la investigación.