Cómo evitar un golpe de calor ante las altas temperaturas

 

Las altas temperaturas llegaron para quedarse al menos cinco días y las autoridades advierten por los posibles golpes de calor que pueden causar problemas en la salud de las personas.

Los síntomas del golpe de calor pueden ser diversos: dolor de cabeza, náuseas, vómitos, mareos, decaimiento, irritabilidad, desmayos, sudoración excesiva, piel roja y caliente, tendencia al sueño y debilidad muscular o fiebre. Pueden producirse también calambres en las extremidades o en el vientre, y los grupos de mayor riesgo son los niños pequeños y los mayores de 65 años, pero todos podemos sufrirlo, de modo que si aparece alguno de los síntomas, es importante consultar rápidamente al médico de cabecera o al centro de salud más cercano.

Y para que el problema no se produzca, se recomienda permanecer en lugares frescos y ventilados; usar ropas claras y sueltas, preferentemente, de algodón; bañarse con agua apenas tibia; protegerse de la exposición directa al sol como mínimo entre las 10 y 16; usar sombrero, comer liviano y beber líquidos frescos frecuentemente (aumentar la ingesta habitual entre un 25% y un 50%, recomienda la Sociedad Argentina de Pediatría).

El riesgo más grave es la deshidratación, porque se acrecienta la pérdida de agua debido al aumento del sudor. Y eso, en los chicos pequeños que no pueden expresar  su necesidad de líquidos, se agrava, explicó Esteban Rowensztein. “Por eso es fundamental que beban suficiente cantidad de agua fresca (no bebidas azucaradas); los requerimientos diarios de líquido se incrementan considerablemente. Y a los bebés menores de seis meses que se alimentan con lactancia materna en forma exclusiva se les debe ofrecer el pecho con mayor frecuencia”, añadió.

En los más chiquitos (menores de un año), un golpe de calor puede poner en riesgo la vida: sus características fisiológicas (menor reserva de agua y el aparato respiratorio aún en desarrollo) los hacen más vulnerables, y la suba excesiva de la temperatura corporal puede llegar a impedir el funcionamiento adecuado de órganos vitales.

Adultos mayores

En la punta opuesta de la línea de la vida encontramos el otro gran grupo de riesgo: los mayores de 65 años. Sucede que los mecanismos de termorregulación se deterioran con la edad, al tiempo que disminuye la percepción de la sed; además, la piel de los adultos mayores es más fina y protege menos del efecto de los rayos del sol.

La situación que genera un golpe de calor puede agravarse si padecen enfermedades crónicas que afecten corazón, riñones o hígado, o como efecto de los medicamentos con las que se las trata. Es especialmente importante el control de medicamentos hipotensores, como diuréticos, que producen pérdidas de minerales como potasio y sodio.

Por eso es fundamental que en días como estos los familiares estén atentos y les ofrezcan agua (no infusiones, ni alcohol, ni bebidas azucaradas). Lo ideal es que la beban en pequeñas cantidades (para que no se den un atracón y evitar vómitos, que empeorarían el cuadro) con regularidad.