Aún está en el recuerdo el francés Henri Brègi

Hace 111 años se realizó el primer vuelo a motor controlado de Sudamérica y fué el francés Henri Brègi quien piloteó el aeroplano Voisín, aquella tarde, en el Hipódromo de Longchamps.

Poco tiempo antes había arribado al país un aviador italiano, Ricardo Poncelli, quien  realizó una malograda prueba de vuelo en Campo de Mayo elevándose a solo diez metros de altura y terminando su vuelo de manera abrupta a los 200 metros con daños en su avión.

Por aquellos días la Argentina, se preparaba para celebrar el centenario de su declaración de Independencia y existía una cierta algarabía por la proximidad de los festejos. Desde Europa llegaban noticias acerca de intrépidos pilotos que comenzaban a surcar los cielos, hecho que causaba una gran admiración entre nuestros compatriotas de entonces.

Los argentinos de entonces admiraban a Europa por su cultura y su pujante economía, se encontraban maravillados con sus avances en ciencia y tecnología. Fue entonces, producto de aquél interés despertado particularmente en los jóvenes,que surgió el primer Aeroclub por estas tierras.

El gobierno a cargo de José Figueroa Alcorta decidió apoyar la iniciativa y cursó una serie de invitaciones a varios pilotos aéreos que por entonces gozaban de un gran prestigio, fue así que llegó a nuestras tierras el jóven Henrí Brègi. Esta es la crónica de aquella célebre jornada: «Un cúmulo de previsiones pesimistas motivadas por el fracaso de anteriores tentativas hizo que el público escasease ayer en el aeródromo de Villa Longchamps. Pocos fueron -tres mil apenas- los entusiastas que, colocándose por encima del pésimo ambiente, concurrieron a presenciar los vuelos del aviador Brègi. Su constancia tuvo premio y ayer, en las horas serenas del crepúsculo, les fue dado asistir a la conquista del aire por un hombre joven, lleno de energías, sobre la admirable máquina cuya fragilidad dice el constante peligro».

El 6 de febrero de 1910, Brègi pudo concretar lo que en días previos no había logrado debido a un desperfecto técnico. Los concurrentes llegaron al predio en viajes realizados especialmente por el ferrocarril Roca, que hasta ese momento no se detenía en lo que hoy es Longchamps. Los demás, fueron en sulky. Se dice que soplaba una leve brisa del pampero en aquellos campos abiertos de Longchamps. El jóven piloto francés estaba desde temprano atento a los preparativos de lo que sería una hazaña aérea. Realizó dos vuelos durante la tarde; se elevó 60 metros y permaneció en el aire más de 16 minutos. Alcanzó una velocidad de 40 km/h y se convirtió en el primer aviador en dirigir un aeroplano a motor en Sudamérica.

El primer vuelo mundial había sido realizado seis años antes por los hermanos Wright. El vuelo fue constatado por un grupo de expertos que componían la Comisión Oficial del Aero Club Argentino. Se encontraba entre ellos, el célebre Jorge Newbery, uno de los primeros entusiastas de la aeronavegación de la Argentina y amigo personal de Brègi, completaban la comisión Alberto R. Macías, Gervasio Videla Dorna y Jorge M. Lubary, todos ellos importantes y destacados vecinos. El recuerdo del espíritu intrépido de Brégi, la felicidad con la que realizaba sus búsquedas y la libertad con la que vivió fueron los valores que más se destacaron. Brégi murió en 1917 cuando su avión cayó al mar, mientras perseguía un submarino alemán. La proeza que había realizado siete años atrás, quedó para siempre inserta en la historia de Longchamps.