«Ad Astra»: más que Brad Pitt en el espacio
A la cinta de James Gray se la está valorando entre muy trascendente y falta de narrativa. En lo que sí hay unanimidad es en la escenografía y el viaje íntimo que emprende Roy McBride, un astronauta que de las estrellas espera toda la verdad sobre su padre. En otros temas, viajamos por quince siglos de historia española, por el 50 aniversario del álbum ‘Abbey Road’ y el disco ‘Romance’ de Camila Cabello.
‘First Man’ (2018), ‘Interstellar’ (2014), ‘Gravity’ (2013) y el clásico ‘2001: A Space Odyssey’ (1968).
Todas estas cintas tratan el espacio como a un protagonista, tienen una misión. En el caso de ‘Ad Astra’ el espacio es una excusa: el viaje se realiza a la órbita de Neptuno, pero en la praxis solo se está yendo al pensamiento y corazón de un personaje que podríamos ser todos.
Ese personaje es Roy McBride (Brad Pitt), y lo que inicia con un accidente en una antena lo lleva a buscar a un reconocido astronauta, su padre (Tommy Lee Jones), que se daba por muerto tras desaparecer en la investigación de una vida inteligente más allá de los confines del sistema solar. Lo que cree la empresa cósmica SpaceCom es que su padre, llamado Clifford, estaría vinculado con un peligro que amenaza a la Tierra, por lo que el encargo de Roy es encontrarlo y averiguar de qué trataba su misterioso proyecto ‘LIMA’.
Así es como el director James Gray abre una herida paterno-filial sin curar, que ha provocado en Roy una vida de abandono, carencias y emociones contenidas, que solo despiertan en el espacio y ahora por esta travesía que podría devolverle a un padre que lo marcó. Y es que puede que esta sea la primera incursión de Gray en la ciencia ficción, pero el sello es cien por cien su estilo intimista y ese interés por los conflictos humanos, que no son llegar a la Luna sino reflexionar sobre qué tipo de Luna dejaríamos a nuestro paso.
De hecho, los aplausos a ‘Ad Astra’ han ido encaminados por esa recreación del espacio «en un futuro cercano», donde el ser humano tiene bases espaciales en la Luna y Marte, puede viajar al satélite hasta con vuelos comerciales, pero no se deshace de sus errores colonizadores o «devora mundos». Y ahí es cuando entra de nuevo Gray y su idea de para qué empeñarse en buscar vida extraterrestre si en la propia Tierra está toda la belleza de la vida.
Una tesis que relata con una dosis de aventura y acción muy similar a su película ‘The Lost City of Z’, y una música y una fotografía que dan todo el realismo que se espera de una cinta del espacio, con un tono filosófico-sentimental. Por el contrario, en el otro lado de la balanza se le ha criticado que haya introducido escenas tan dispares como una lucha con piratas lunares o que para esa incursión íntima use en exceso la voz interna de Roy, con descripciones y monólogos en off sobre cosas que ya se están viendo. Cuando, por ejemplo, podría apoyarse más en el diálogo de un gran reparto como el que representan Donald Sutherland, Ruth Negga y Liv Tyler.
En definitiva, se trata de un recorrido que apunta hacia las estrellas, pero en realidad es introspectivo hacia las tinieblas emocionales (como las de Joseph Conrad), con un mensaje final que gustará y disgustará a partes iguales. Eso sí, las relaciones humanas siempre son el primero de los argumentos: «He intentado hacer una película sobre la necesidad y la importancia crucial de esa conexión con otros seres humanos (…) ¿Qué más hay? Parece que cualquier otra cosa es una proyección fantasiosa de mierda en la que puedes perderte. Es una distracción. Me gustan los seres humanos, a pesar de que somos defectuosos y la pifiamos. Estoy feliz de ser una persona».
En esta crónica también hablamos del espectáculo que ‘Puy du Fou’ ha creado sobre Toledo y la historia de España, antesala del parque temático que abrirá en 2021 en el país; sobre la reedición del álbum ‘Abbey Road’ en su aniversario número 50, ya que se publicó un 26 de septiembre de 1969; y sobre el segundo disco en solitario de la cubano-estadounidense Camila Cabello, titulado ‘Romance’, toda una carta abierta sobre su pasional e irónica visión del amor.