“4×4” no apta para claustrofóbicos
Una película que aprueba el desafío de una sola locación, con un eficaz Peter Lanzani, y situaciones no aptas para quienes sufren el encierro.
El Film de Mariano Cohn pertenece a un subgénero curioso: ese grupo de películas cuya locación es tan restringida que supone una obstrucción, un desafío a la puesta en escena. La primera de ellas acaso haya sido Ocho a la deriva (1944) de Alfred Hitchcock, que transcurría íntegramente en un bote salvavidas.
Hubo otras más extremas, como Enterrado (2010), en la que la cámara tiene la ingrata tarea de permanecer todo el tiempo con un sudoroso Ryan Reynolds en un ataúd. Inspirado por la historia real de un ladrón que no pudo salir del vehículo que quiso robar, Mariano Cohn (de la dupla Cohn-Duprat, aquí, como en Mi obra maestra, con roles divididos, lo que parece haber duplicado su productividad) sitúa su aporte a este minirrubro en el interior de una 4×4: Peter Lanzani intenta desvalijar una camioneta, que resulta una especie de ratonera, y queda atrapado en la cabina.
El desafío consiste en imaginar la manera de transformar ese lugar exiguo en un espacio cinematográfico lo suficientemente amplio como para contener un largometraje. La película lo logra gracias a una hábil dosificación de la información, a la tensión creciente de los diálogos telefónicos entre el prisionero y su captor y a una eficaz interpretación de Lanzani, quien se pone al hombro el film y sale airoso de un rol exigente.
La desventaja de una puesta en escena tan llamativa es justamente que centra la atención sobre sí misma y nos saca un poco de la historia: el enigma de los primeros dos tercios del film es tanto si Lanzani podrá escapar del vehículo como si se sostendrá una hora de film sin que la cámara se mueva de un metro cúbico. Al estar con un pie afuera del pacto de la ficción vemos más los hilos y notamos los más delgados (un celular que se queda sin batería en el momento más conveniente, un tratamiento de insonorización del vehículo que es casi mágico).