El Almirante Guillermo Brown y las batallas por la libertad, Enero de 1816
Callao: del 20 al 27/01/1816. Entre la desidia oficial en sostener una escuadra regular y los problemas económicos que padecían las Provincias Unidas, para los hombres de mar la “vida de corsario era el medio económico, el único medio económico, de que disponían” para sustentar su existencia y, en muchos casos, continuar luchando por la causa de la revolución americana y la libertad. La primera patente oficial otorgada por las Provincias Unidas fue el 23/06/1815 al antiguo marino yanqui David Jewett. Tres meses después el héroe del Río de la Plata, Guillermo Brown y el ex granadero de San Lorenzo, Hipólito Bouchard, recibieron las respectivas patentes que los habilitaban para llevar adelante la guerra de corso por el océano Pacífico, dominio exclusivo de los barcos realistas. Luego de traspasar el difícil Cabo de Hornos y de capturar algunas pocas presas en el camino, los corsarios patriotas se reunieron el 14 de enero a la altura del puerto de El Callao y decidieron iniciar un bloqueo sobre la plaza procurando no ser descubiertos por los godos. La táctica dio resultados y en cuatro días cayeron en poder de Brown y sus socios cuatro naves enemigas. Pero el día 19 unos prisioneros que se encontraban recluidos en la isla San Lorenzo, ubicada a sólo dos millas de la costa, escaparon y llevaron la alarma a Lima y al Callao. Al ser descubiertos, y más allá de ser El Callao el centro neurálgico del poder realista en América, los revolucionarios decidieron continuar el bloqueo y no retirarse sin tentar un ataque al puerto defendido por tres castillos y más de 150 bocas de fuego. De esta forma las embarcaciones patriotas fueron a fondear a la desembocadura del Río Rimac, a poca distancia al norte del puerto. El 21 fue el día elegido para el ataque. Brown zarpó en la fragata Hércules; Miguel Brown, hermano del prócer, lo hizo en el bergantín Santísima Trinidad; Bouchard en la corbeta Halcón; el teniente Amado Rossignol en el bergantín Andaluz y el capitán Walter Chitty en la fragata Gobernadora. Los barcos patrios “entraron a la bahía de El Callao, rodearon y cambiaron disparos con los poderosos fuertes. A la medianoche volvieron a atacar a cañonazos y consiguieron hundir a la fragata Fuente Hermosa, causar daños en otras naves y producir algunos destrozos en el Callao”. Recién el 27 los patriotas volvieron a intentar un nuevo ataque, esta vez con varios botes artillados que sigilosamente se entrometieron en la rada enemiga. Descubiertos por los realistas y “después de un largo fuego de cañón y de fusil fueron también rechazados, con la pérdida de 29 muertos y considerable número de heridos”, afirma el historiador español García Camba. Por su parte los patriotas contabilizan 30 bajas: 15 muertos y 6 heridos de la Hércules y la Trinidad y nueve muertos de la Halcón. El 28 fue el día más exitoso de la caza, ya que se tomaron las fragatas Candelaria y la Consecuencia. Esta última, que posteriormente se transformó en la famosísima Argentina y dio la vuelta al mundo liderada por Bouchard, traía como pasajeros al brigadier Juan Manuel Mendiburu, recién designado gobernador de Guayaquil y al contador mayor del Real Tribunal de Cuentas de Lima e intendente de Provincia León Altolaguirre, entre otros. Al día siguiente, y luego de amagar una partida hacia el sur, los corsarios pusieron proa hacia el norte, donde Guayaquil sería el escenario de nuevas e increíbles aventuras. De esta forma, llegaron y atacaron el bastión realista en América seis meses antes de que las Provincias Unidas declararan su Independencia y con cinco años de anticipación a la caída de la fortaleza en manos de San Martín.