Al final del Túnel: Una propuesta para no perderse
Una apuesta de Rodrigo Grande, protagonizada por Pablo Echarri (Galero), Leonardo Sbaraglia (Joaquín) y la española Clara Lago (Berta), se estrena este jueves y lleva a la pantalla grande, un doble robo que entretiene mediante el suspenso.
El film narra la historia de Joaquín, un hombre en silla de ruedas, que vive en su oscura y fúnebre casa, una especia de mansión que se presenta como un lugar que conoció tiempos mejores. Por eso decide poner un anuncio para alquilar una habitación, al que responde la bailarina de striptease Berta, que se muda allí con su hija Betty.
Betty se llama al silencio ya desde hace unos meses, ha decidido no hablar y Berta representa algo muy parecido a la prostitución con sentimientos, pero esa llegada es la que va a cambiar la vida de Joaquín y la situación de la mansión.
Una noche, mientras repara ordenadores en su sótano, Joaquín escucha un tenue ruido que le hace descubrir que la banda de atracadores, Galereto está construyendo un túnel que pasa bajo su casa para robar un Banco. De esta forma, empieza a espiar a los ladrones para intentar frustrar sus planes, y así descubre que Berta no es quién dice ser y que en realidad colabora con la banda.
Rodrigo Grande (Cuestión de principios) escribe y dirige este thriller, que está protagonizado por Leonardo Sbaraglia (Relatos salvajes), Pablo Echarri (Papeles en el viento), Clara Lago (Ocho apellidos catalanes). El elenco se completa con Federico Luppi (El gurí) y Javier Godino (Pasaje de vida).
La Urbe tuvo acceso al elenco de la película que se presentara en los cines de Adrogué próximamente, y durante la charla su director Rodrigo Grande relató que “con Pablo Echarri (quien también produce la película), a éramos amigos, y él me había comentado que quería empezar a producir. Entonces, mientras estaba escribiendo el me llamo y me preguntó qué estaba escribiendo, y yo le dije “estoy escribiendo duro de matar en sillas de ruedas”, entonces él me dijo “bueno la idea es interesante así que cuando la termines mandámela”.
El dato más curioso corresponde a las locaciones casi todas creadas en set. Al respecto el Grande aseguró que “todas las locaciones son construcciones en base a dibujos y maquetas. El túnel se construyó en Tenerife en España. Nos fuimos a filmar en un estudio y se construyó un túnel de 25 metros de largo que tiene una puertas laterales, porque lo queríamos hacer es que la cámara se pueda meter y captar cerca de los personajes, y que pudiera hacer todo lo que quería”.
El actor y productor de la película, Pablo Echarri, además comentó sobre su doble rol que “cuando el proyecto propone no tantos días de rodaje es mucho más fácil emparentar las actividades, no es tan agobiante o tan estresante. Fue una experiencia maravillosa, que va a traer alguna experiencia más de producir. Yo tenía ganas de producir hace tiempo pero como obviamente soy amante del género y también sabiendo la necesidad de poder dar un primer paso en la producción de cine,. Es importante el material que vayas a contar”.
“Si el material que está escrito no es bueno no trasciende, es difícil que puedas lograr algo determinante. Todo lo que pudimos lograr, es por la maravilla de ese guion, de lo que está escrito”, reafirmó.
Por su parte, Leonardo Sbaraglia resaltó que “lo del túnel fue lo más duro, porque fue toda la parte que ya nos tocó hacer en España. Gran parte de los efectos especiales que necesitaban para la película, que es el rodaje de todo ese túnel se rodó en España. Fue una especie ingeniería de lombriz de muchos metros, y nos teníamos que meter adentro para que la grúa, que también era de muchos metros se pudiera meter y filmar y meterse en la intimidad en la cara de los personajes, en ese túnel. Eso era técnica y cinematográficamente hablando, bastante difícil y se logró una ingeniería excelente. Lo que yo tenía que hacer todo el tiempo era ir con los brazos como si fueran piernas y fue muy desgastante, fue muy duro en toda esa parte particularmente”.
La actriz española que fue un éxito reciente en Argentina con “Ocho apellidos vascos”, Clara Lago trabajó mucho su acento y aseguró que “tuve cinco sesiones para manejarlo en España, antes de venir a Buenos Aires, con una foniatra una couch argentina. Como para empezar con las bases del acento, pero luego se me dio por llegar aquí y tuve dos semanas previas al rodaje para acostumbrarme, y sobre todo fue una especie de perder la vergüenza y me puse a hablar en argentino desde que llegue con todo el mundo, y de alguna manera me liberaba de mi propio auto juicio y autocrítica”.