La matemática que no da tregua

La inflación galopa y trepa a su máximo punto generando más temor en la sociedad y en los comercios y las PyMES: el INDEC mide para marzo una inflación del 4.7 por ciento y un acumulado de los últimos 12 meses que roza el 55 por ciento, pasando de ser una inflación a una Hiperinflación si se tienen en cuenta estos números.

Lo que más preocupa, en este marco, es la suba de los alimentos. En un país que vive una crisis que pareciera perpetua a esta altura, y donde según datos del mismo INDEC para diciembre de 2018 el 48 por ciento de los niños, niñas y adolescentes es pobre; en un país que produce alimentos para 300 millones de personas, en rigor de verdad los alimentos subieron en estos últimos doce meses un 64 por ciento.

Si a estas cifras además, les agregamos  el aumento de tasas, y de servicios públicos, las cuentas son claras: los vecinos no llegan a fin de mes.  De datos oficiales se desprende que a partir de la suba de la canasta básica la pobreza en diciembre de 2018 sumó un total de 12,9 millones de nuevos pobres, que equivalen al 32% de la población cuando el año anterior era de un 25,7 por ciento.

Sin embargo, el gobierno insiste en ratificar la receta del Fondo Monetario Internacional y el rumbo de la economía que si no vira el timón va directo hacia el precipicio. Con los niveles de consumo más bajos que se vieron en la última década, los números acucian  y son el reflejo del temor de los argentinos. Pareciera que lo peor no paso.

Lo cierto es que en un año electoral muchos optimistas pensaban en un poco más de inyección en el dinero circulante en las calles, pero la inyección que prometía ser el paliativo de la enfermedad y no la cura, tampoco llegó y es tiempo para muchos de tomar el toro por las astas. Con el gobierno perdiendo en las provincias, pareciera que el baño de realidad no llega, pero la ebullición social tampoco tarda. Agosto se empieza a vivir en las calles, para quienes adelantan el verano para no pensar en el otoño.