Detrás… está la gente

River vs Boca… una situación de la cual se habló toda semana y que encierra, independientemente del partido en sí, algunas aristas que merecen el mejor análisis posible. Quizás sea cierto que estuvimos frente a un suceso de magnitudes internacionales, y que por supuesto, fuimos objeto de la mirada mundial. También es veraz que, cientos de miles de personas alrededor del mundo esperaban por algo que nadie consideró una opción: un juego.

Lejos de empezar a rodar, la pelota de ida y vuelta, fue la desnudó algunos aspectos que ya se venían viendo en cientos de sucesos, que aglutinan gran cantidad de personas: la falta de Estado como garante de la seguridad y no como cazador, la subestimación de los hechos y las pocas consideraciones de la realidad que permitan una previsibilidad.

Dejemos el juego, porque el partido se va a resolver y la pelota finalmente va a rodar, desde un campo o desde un escritorio, pero de alguna forma. Lo cierto es que cada vez que el gobierno de “Cambiemos”, intentó garantizar la seguridad de la población ante una conglomeración de miles de personas, falló en todos sus intentos.

Es fácil caer en la subestimación de una marcha, donde echarle la culpa a la bronca cae en el facilismo y el imaginario social. Lo cierto es que esta vez, garantizar la seguridad de los jugadores, el cuerpo técnico, los hinchas e incluso los directivos del club, era una tarea simple, que se efectúa en los recitales de forma privada y que se ha practicado en otros países miles de veces.

Esta vez, fuimos interpelados por los países del mundo, mediante las imágenes que iban y venían, pero no pasamos el examen. El examen que nos muestra como somos en realidad: como un país civilizado, con miles de personas que dentro del estadio querían disfrutar de un espectáculo deportivo, con cientos de miles de personas que desde sus casas también se sentaron frente al televisor querían ser parte de la “final mundial”.

Vimos reproducida la bronca, el insulto, la desidia de los medios que reproducen parcialmente lo que también se empeñan en producir. No somos eso, por lo menos… No lo somos nosotros.