Mujeres: La deuda del debate

En medio de un marzo caliente, se suma un debate postergado, que hace muchos años las mujeres vienen intentando dar y que por distintos motivos (fundamentalmente desacuerdos entre superestructuras), se posterga y se convierte en tabú, entre quienes tienen la responsabilidad de darlo en el Congreso Nacional y en los ámbitos de debate público.

Nuevamente las calles se pueblan del mismo grito “educación sexual para decidir, pastillas anticonceptivas para no abortar, aborto legal para no morir”, versan las canciones de cientos de mujeres, algunas acompañadas por hombres; que ganan las calles, dando la pelea por debatir, reclamando una reivindicación histórica. La deuda del debate, del reconocimiento de la realidad y del análisis de las razones.

La consigna de Ni una menos, acompañada por otras tantas que declaman las diferencias entre quienes quieren decidir sobre su cuerpo, sin necesidad de contar con el otro. Lo cierto es que, el problema existe, por día miles de mujeres que no pueden acceder a pagar clandestinamente un aborto, mueren en algún lugar también clandestino no preparado para la práctica, no del todo prolijo, no atendido por médicos, o que no detenta las medidas de seguridad que debería tener.

Ante esto, el Estado mira para otro lado, desoye la realidad y no da la pelea por debatir la realidad que tiene delante de sus ojos. Porque es más fácil que comprometer la mirada, porque hay que reconocer que existe una necesidad allí donde el Estado está olvidando garantías constitucionales y porque recrear condiciones de seguridad en materia de salud, también requiere de una decisión política.

Un debate cruzado por la política, por la religión, por los grupos extremistas y no tan extremistas,  por la sociedad que normalmente no se atreve y por la que todos los días intenta dar un paso más. Pero un debate que hay que dar, que es menester del orden moral darlo y que encierra múltiples aristas entre quienes dicen estar “a favor de la vida”, para no abortar; y quienes aclaran que están “a favor de la vida”, para no morir.