Los mitos sobre el consumo del huevo

Hace más de 10 años se celebra la Semana Mundial del Huevo con la intención de generar campañas de donación para paliar la malnutrición en las sociedades más afectadas. En este sentido, hay que desterrar algunos mitos relacionados a este alimento.

El huevo es un alimento bajo en calorías, es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico con una elevada proporción de aminoácidos esenciales, cuyo balance en el cuerpo se requiere para la reparación de tejidos y el crecimiento. A su vez, su alto contenido de proteínas lo convierte en un alimento con alto nivel de saciedad fundamental para los planes de descenso de peso o alimentación saludable. Contiene además, otros nutrientes que son esenciales para la salud, particularmente vitamina D, vitamina B12, Selenio y Colina. Los altos niveles de antioxidantes que se encuentran en los huevos, particularmente la Luteína y Zeaxantina, podrían ayudar a prevenir la degeneración macular relacionada con la edad, causante de la ceguera y otras enfermedades graves oculares.

A pesar de sus múltiples beneficios, existen muchas afirmaciones alrededor del consumo de este alimento tanto como sucede con muchos otros, las cuales deben ser clarificadas por los profesionales, para desmitificar y no demonizar ni alabar en exceso un alimento.

¿El colesterol del huevo, aumenta nuestro colesterol en sangre? Hasta hace muy poco tiempo, se recomendaba limitar el consumo de huevos a un máximo de tres unidades por semana, por su alto contenido en colesterol, como medida de prevención cardiovascular la cual fue establecida en 1973 por la AHA (American Heart Association).

Este concepto fue transmitido por los profesionales a la población general. Sin embargo, el efecto que el colesterol ingerido a través de los alimentos ejerce sobre los niveles de colesterol en la sangre en personas sanas es mínimo y depende en gran medida de factores individuales como la genética, el peso corporal o los hábitos de vida (actividad física y tabaquismo).

Los principales responsables en la dieta del aumento de los niveles de colesterol en sangre son las grasas saturadas y las parcialmente hidrogenadas (también llamados ácidos grasos trans) presentes en carnes grasas, fiambres, embutidos, crema, manteca, margarina y lácteos enteros. También en aquellos subproductos elaborados con estos ingredientes.

Aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, el huevo no lo es. Un huevo de tamaño medio contiene unos 200 mg de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y debido a su contenido en fosfolípidos, que interfieren en su absorción, este colesterol tiene muy poco efecto sobre el colesterol en sangre.

El mito de que la ingesta de huevos podría aumentar el riesgo cardiovascular a través de su efecto sobre los niveles de colesterol plasmático, aún no se encuentra desterrada, pero no tiene ningún soporte científico tras los resultados de numerosos estudios que han demostrado que la ingesta de un huevo al día no resulta perjudicial para el perfil lipídico ni aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

¿El contenido nutricional del huevo blanco, es diferente al del huevo café? Es un mito muy común, pero en realidad el color de los huevos no influye en su valor nutritivo ni en su calidad. El tono simplemente varía según la raza de la gallina.

No existe ningún riesgo al consumir huevos crudos. Una cocción adecuada asegura que el huevo alcance la temperatura suficiente para destruir la salmonella, bacteria que puede estar presente y que es capaz de provocar diarreas, fiebre, complicaciones graves en adultos mayores y síndrome urémico hemolítico en niños. Para ello, la cocción debe superar los 60°c en todo el huevo. Por ello es importante consumir este alimento completamente cocido en todas sus formas.

Se los debe lavar antes de meterlos en la heladera! La cáscara de los huevos es porosa y posee una fina película protectora. Cuando los lavamos, facilitamos el ingreso de posibles microorganismos, donde rápidamente proliferan. Solo en caso de que estuvieran muy sucios, se aconseja limpiarlos con papel descartable antes de colocarlos en la heladera. Si la cáscara está fisurada, se debe evitar su consumo.